Álvaro Negredo ve la luz al final del túnel. El delantero, que ante el Deportivo en Riazor marcó el gol del empate del Valencia CF en el descuento, está en racha. Lleva seis goles en sus últimos diez partidos y, lo mejor, es que su gol se ha convertido en la mejor noticia para un equipo que anda un tanto a la deriva, después de no haber logrado aún la victoria desde que Gary Neville llegó al banquillo de Mestalla.

Negredo asumió la responsabilidad de tirar del carro cuando el Valencia CF más lo necesitaba. No dudó en ponerse el brazalete de capitán y suplir al goleador Alcácer en el puesto de nueve, después de haber llevado una temporada irregular por culpa de su lesión y de su arduo enfrentamiento con Nuno Espírito Santo.

Ese tiempo no fue bueno ni para Negredo ni para el Valencia. Aquejado de una apendicitis, y un tanto desmotivado por su relación con el técnico portugués, el delantero ganó mucho peso. Hasta cinco kilos por encima de lo ideal. Su recuperación quedó en entredicho, puesto que sus ejercicios de rehabilitación realizados en el gimnasio le hicieron ganar fuerza y musculatura, perdiendo velocidad y frescura. Tampoco sus apariciones en el equipo estuvieron marcadas por un buen rendimiento, sino más bien por un alarmante bajo momento.

La báscula no miente

Ahora, Negredo ha recuperado su peso ideal. Así lo confirma la báscula. Se le ve mucho más fino que antes. También en lo anímico ha habido una mejora evidente, se le ve implicado en el proyecto, tratando de aportar su experiencia en una plantilla joven.

El delantero nunca le ha perdido el pulso a la competición y se ha ganado el respeto del vestuario. Contra el Deportivo, Negredo marcó por primera vez en dos partidos seguidos —tras hacerlo ante el Rayo Vallecano— desde que llegó a Mestalla. El futbolista se reencontró con el gol lejos de Mestalla en Liga más de un año después. El internacional había marcado por última vez a domicilio en diciembre de 2014, cuando anotó el gol del empate ante el Granada.