Por fin un ejercicio de madurez por parte del Valencia, por fin un partido serio, por fin una alegría para la hinchada. Gary Neville dejó al parvulario en el banquillo y se entregó a los hombres (como diría Simeone) para sacar adelante la eliminatoria y plantarse en semifinales de la Copa del Rey, por primera vez desde 2011-2012.

La llegada a la casa de Suso García Pitarch le ha permitido al técnico inglés advertir las prioridades: primero, reforzar el equipo atrás y en el medio del campo; segundo, cambiar la jerarquía del vestuario (la capitanía de Alcácer y Negredo); y, tercero, asegurar el tiro con los futbolistas más experimentados. En una plantilla donde hay 12 jugadores menores 23 años, las castañas del fuego las deben sacar los veteranos, nunca los nenes. Gayà sigue siendo uno de ellos, pero ya disfruta, a los 20 años, de una espéndida madurez, adquirida a toda prisa por las exigencias del curso pasado. Ayer estuvo pletórico el de Pedreguer, tanto en defensa como en ataque. Neville trata de ganar efectivos para la causa a toda prisa: Enzo Pérez en la recuperación (mientras le duró el físico), Parejo en el tempo y André Gomes en la finalización resultaron decisivos. Y el regreso de Feghouli, aunque sin chispa, rezuma optimismo para el futuro inmediato.

Hacía mucho tiempo que el Valencia no completaba una primera parte convincente. A partir de triángulo muy junto en el centro del campo -Enzo, Parejo y André Gomes-, el equipo de Gary Neville fue creciendo por el exterior con las entradas de Barragán y, sobre todo, Gayà. El lateral izquierdo, martirizado este curso por los dolores de pubis, ha vuelto. Y su entrenador, que no lo había visto en plenitud, lo compara con su antecesor, Jordi Alba.

La presión adelantada, esa que intentó implantar Neville a su llegada, pero desistió al ver el pobre estado físico del equipo, dio anoche sus frutos. A la zona de tres cuartos acudieron a hostigar Negredo y Parejo, propiciando los titubeos de los jugadores canarios. El balón le cayó en la derecha a André Gomes, que alzó la vista y vio por el centro la presencia de Rodrigo. Habían intercambiado las posiciones. El centro del portugués, tenso y ligeramente combado, llegó perfecto a su destino. El hispano-brasileño solo hubo de colocar el interior del pie izquierdo para marcar. A pesar de que Rodrigo estaba más adelantado que Gomes, no hubo fuera de juego porque la pelota manda, y esta estaba más avanzada antes del centro. El gol era un premio a un arranque esperanzador del Valencia, solidario en todas las líneas, maduro, muy junto. Enzo Pérez asumió las labores más ingratas de robar el balón, bien secundado por Parejo y Andrés Gomes. Nadie se escaqueaba. Negredo, a su vez, ayudó a desplegar el acordeón con triangulaciones y pases a los espacios. Dejó detalles de calidad en controles y disparos inverosímiles. Donde no le llegan las piernas, le alcanza la vista.

La experiencia es un grado

El árbitro perjudicó al Valencia al no dar una ley de la ventaja clarísima que hubiese dejado solo a André Gomes ante Lizoain (pitó falta previa de Aythami a Enzo Pérez). El cuadro de Neville seguía firme atrás y saliendo con velocidad por los extremos.

Y si Las Palmas sorprendía en una contra, allí estaban los resortes en los pies de Ryan para volar y despejar un remate mordido de Momo.

Neville tiene tantas ganas de recuperar a Feghouli que le dio la última media hora para que vaya recobrando sensaciones después de esos varios meses ausente por lesión.

El conjunto canario apretó los dientes en todas las líneas y Neville decidió sustituir a Enzo, agotado, por la frescura de Danilo para recuperar el dominio perdido en la medular. El Valencia había retrasado 30 metros su posición. El cansancio de André Gomes también se notó de manera muy acusada en el Valencia. Él no podía y Danilo no sabía. Las Palmas se hizo con el control. Nunca se rindió. Los puños de Ryan repelieron un disparo de falta de Jonathan Viera. Sufrió el Valencia. Y Parejo, muy templado, trató de dormir el encuentro.

Algunos nervios de Abdennour hicieron peligrar el resultado, pero supo aguantar el Valencia y celebrar, por fin, el primer éxito de Gary Neville. La experiencia sigue siendo un grado.