»No hay explicación, no hay explicación», repetía como una letanía Gary Neville en la rueda de prensa después de haber hablado con sus jugadores y antes de pintar un panorama rosa ante los medios de comunicación, como si el Valencia hubiera ganado alguna cosa y no nos hubiéramos enterado. Como comentarista, el mayor de los Neville sigue siendo un núemro 1: sonaba tan convicente su discurso que casi sale a hombros del encuentro con los reporteros. Su equipo, por lo visto, había arrasado al Sporting y solo la diosa fortuna había convertido una goleada clara en una derrota inmerecida.

La realidad es otra. El Valencia de Neville no le gana a nadie, ni siquiera a los rivales más débiles (Getafe, Real Sociedad, Rayo y Sporting), y ya van ocho jornadas a su cargo sin vencer, por unas razones o por otras, pero el técnico debe asumir su responsabilidad. Su equipo no ha sido fiable ni convincente y tampoco ha arrollado a nadie como sugirió el entrenador. Claro que ha mejorado la «estructura», según sus palabras, porque venía de la nada de Nuno y porque ayer enfrente estaba el Sporting: un adversario modestísimo levantado heroicamente por el entusiasmo y las ganas de Abelardo, su entrenador.

Pero en ese mundo paralelo en el que vive, Neville volvió a olvidar que la prioridad absoluta es la Liga y dejó a Parejo y a Rodrigo en el banquillo, dos jugadores imprescindibles para escapar del abismo. Hubo de recurrir a ellos cuando se escapaba el partido y el Valencia se afinó en esa última media hora, atormentada por los remates desvencijados de Negredo. Danilo, otra vez titular, metió la zancadilla a Jony y el Sporting se encontró con la ventaja del penalti y con la desesperación valencianista en toda la segunda parte.

El equipo se desmorona y el club toma decisiones difíciles de entender como el fichaje de Siqueira. Clama al cielo la necesidad de un mediocentro de entidad, pero como parecía un pelín caro Mosquera (8 millones si no había acuerdo con el Depor), el club ha decidido traer gratis a un lateral izquierdo, la posición mejor cubierta junto a la portería. Las chanzas no se hicieron esperar en las redes sociales. «Venga, ahora a por un portero».

Carencias técnicas

Desde dentro de la caseta coinciden en señalar las buenas intenciones de Neville, que ha recuperado el ánimo del vestuario, ha rescatado a Negredo del cuarto oscuro y ha elaborado un esperanzador discurso a medio plazo con la llegada del director deportivo, Suso García Pitarch: «A los 7 jóvenes valores que tenemos le añadiremos una columna vertebral de futbolistas experimentados para un Valencia mucho más fuerte». El relato se desmorona si no es capaz de ganarle ni al Sporting. Y si los refuerzos empiezan por Siqueira. El entrenador inglés ha pagado la novatada de su llegada a un club, un país, una Liga y un vestuario desconocidos, pero también plantea dudas su preparación porque, entre otras razones, ha aprendido de un solo entrenador en 19 años en el Manchester United: Alex Ferguson.

Las carencias técnicas del Valencia, con Parejo de suplente, quedaron a la intemperie en la primera parte. Pedrada tras pedrada. De André Gomes. De Feghouli. De Danilo. De Abdennour. El central tunecino quiso enviar un pase largo en diagonal de 30 metros, desde la zona de los banquillos hasta el extremo derecho, frecuentado por Feghouli. Disponía de tiempo y espacio para el envío, pero el balón se fue al limbo ante la indignación de la grada, una hinchada acostumbrada al pie de Silva, de Mata, de Villa, de Joaquín... A Gary Neville, un lateral voluntarioso, los Danilo, Enzo Pérez y compañía le pueden parecer fenómenos, pero en otros tiempos habrían sido carne de banquillo.

Solo la inteligencia de Feghouli y su dominio de los espacios le dio aire al Valencia en el primer tiempo. Suspiró Mestalla cuando Soso saltó para dejar pasar por entre las piernas un pase de Danilo ante la entrada de Negredo.

El delantero vallecano sufrió un martirio en cada disparo, sobre todo uno con la derecha, casi debajo de la portería, que pifió ante la ira de la grada y la consolación de sus compañeros. Bakkali agitó el ataque desde la posición de extremo izquierdo. El Valencia mereció haber ganado, claro Gary, pero la mala fortuna no es la única explicación. También la bisoñez del banquillo y su falta de recursos para competir.

Cariños y gritos para Negredo y los jugadores

Los compañeros de Negredo le arroparon tras los fallos en los remates del delantero vallecano. Se le acercó Bakkali para acariciarle la cabeza. Pero los radicales no fueron tan cariñosos. Unos 100 aficionados se esperaron a la salida de los jugadores para increparlos. Insultaron a Negredo y a Barragán mientras que hubo aplausos para Mustafi. Los radicales cargaron con sus gritos de siempre: «Jugadores, mercenarios», un desprecio repetido en todos los campos cuando un equipo no funciona.