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Qué club para el niño probeta

Qué club para el niño probeta

Gonzalo Lucas, de Marbella, es el niño probeta del valencianismo. No por una excepcionalidad genética, que igual también, sino por su institucionalizado estatus como representante de una generación, la que viene, la que ya está. Los ojos vidriosos de Gonzalo Lucas en una derrota en Málaga se transformaron pronto en fotograma de un sentimiento. «Somos del valencia gane o pierda», tarareaba Gonzalo ente tanto. En las gradas de La Rosaleda, el mismo enclave del mundo en el que Ayala pidió a manotazos parar el mundo, el niño probeta sostuvo la bufanda tras la derrota, con tanto empeño que parecía estar aguantando una techumbre a punto de caerse.

Layhoon, en uno de sus oficios de mantenedora, trasladó la escena al relato oficial y dijo en junta de accionistas que Gonzalo representaba como nadie sentimiento valencianista. Es una lástima que la misma actitud del infante no la mantengan los dirigentes en tiempos de penumbra.

Tras el 7-0 en el Camp Nou un encuentro fortuito con alguno de los miles y miles de vicents que andan sueltos en la ciudad me dejó una frase: «Yo ya estoy resignado, lo que me fastidia es por mi hijo, esta mañana estaba hundido».

En ocasiones parece incomprensible cómo una derrota de un equipo de fútbol puede volcar el ánimo de una familia. La cuestión es que ocurre.

Mientras generaciones resabiadas que parecen haberlo vivido todo, sin ganas de sobrellevar nuevas emociones, se ajustician a navajazos, una bandada de valencianistas sólo han visto del VCF la desidia, un poquito de Mbia a punto de las mieles, cambios de entrenador, caos. Cuando el «koemanazo», nacía Gonzalo Alba. Qué club van a tener. Uno rico e improductivo. Uno llano y protestón. Una piscifactoría impersonal de futbolistas. Uno solemne y dorado. Para comenzar, me basta con uno que sienta, que se sienta a sí mismo.

El 7-0 fue más grave por el contexto que por los goles. Por exhibir una entidad indolente en lo que no ocurre nada a pesar de una humillación pública y mayúscula, de hundirse en Liga como cuando un cuerpo con lastres se echa al mar.

Abulia. La aceptación de lo inevitable. Neville sin una mote de perdón, intuyendo que el 7-0 es culpa de los periodistas. Negredo, gran capitán, incapaz también fuera del campo de dar la cara del veterano. Ni una palabra de alto mando, escondidos en su desidia hacia el club que poseen. Qué indolente te has vuelto, Valencia. Qué poco amor propio. Como si todo te fuera ajeno. Como si no ocurriera nada aunque todo ocurra.

Lecturas cuquis pidiendo que confiemos en Neville porque la plantilla está con él. Ni un paso adelante reconociendo la gravedad del momento y pidiendo tregua, una conjura con la que salir del atolladero.

Qué club le espera al niño probeta?

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