Pako Ayestarán (Beasáin, 1963) no es de los que aceptan una oferta a las primeras de cambio. Necesita su tiempo para dar una respuesta, pues no es de los que prefiere tomar atajos. Tras su éxito en Israel como primer entrenador del Maccabi de Tel-Aviv, con el que conquistó un histórico triplete, el que fue preparador físico y asistente de Rafa Benítez en el Valencia escruta bien cada una de las ofertas que le ponen sobre la mesa. De fuerte personalidad, no tenía claro volver a ejercer de técnico ayudante. Pero el ofrecimiento del club de Mestalla reunía alicientes que extrapolan lo deportivo. Había una recomendación de un gran amigo de por medio. El mítico Jamie Carragher, exfutbolista del Liverpool al que tuvo de alumno en Andfiel Road, le metió en esta nueva aventura. Se lo recomendó a Gary Neville, enemigo suyo en el campo años atrás, ahora compañero como comentarista en Sky Sports. Días después, Ayestarán ya estaba en Valencia trazando con el técnico inglés su nueva función en Mestalla. Había otra razón de peso en su decisión: se trataba del Valencia, el club que más huella le ha dejado junto al Liverpool. Entre 2002 y 2004, junto a Rafa Benítez, saboreó intensamente el éxito. Y dejó grandes amistades.

Ayestarán se formó a la sombra del florido árbol de Rafa Benítez, con quien progresó en el Osasuna, Extremadura y Tenerife hasta recalar en el Valencia. Con el título de entrenador desde muy joven, no sólo era quien gestionaba la preparación física de sus equipos. Era su principal hombre de confianza en el aspecto técnico, privilegio que compartió con Antonio López durante dos temporadas. El «assistant coach» que llaman en Inglaterra.

Con Benítez dio el salto al Liverpool, donde llegó con el cartel de mejor preparador físico del mundo. Un tipo exigente en el día a día del futbolista que, sin embargo, no le provocó enemistades en el vestuario. Todo lo contrario. Así se explica como grandes referentes de las plantillas con las que trabajó le dedican palabras de elogio. Cañizares y Albelda, dos vacas sagradas del glorioso Valencia de principios de siglo, hablaron siempre maravillas de él. Lo mismo pasó en el Liverpool, donde labró grandes amistades con los pesos pesados. Es el caso de Gerrard o de Carragher, con quienes ahora les une una íntima amistad. Este último fue quien le señaló el camino de vuelta a Mestalla. El técnico inglés no lo dudó. Desde entonces, ha hecho lo posible por incorporarlo.

No es casualidad que Carragher tenga a Ayestarán en un pedestal. Con el permiso de Benítez, el técnico vasco lo eligió como un futbolista esencial en el vestuario del Liverpool. El día de la inolvidable final (3-3) de la Liga de Campeones ante el Milan (2005), le encomendó la tarea de levantar el ánimo del equipo. Lo recoge Gerrard en su biografía. «Paco le dijo a Carragher que reuniese a los futbolistas en el centro del campo para hacer una piña», recuerda el excapitán de las selección inglesa.

Ayestarán, como otros, rompió sus relaciones con Benítez. La versión más extendida es la de un interés del Chelsea en el vasco que el madrileño no pudo gestionar. Un ataque de celos, le llamaron. Aquella ruptura marco un punto de inflexión en la carrera de Ayestarán, decidido ya a progresar como entrenador principal, un deseo latente desde sus inicios. Antes de conocer a Benítez, dirigió a varios equipos en las categorías inferiores de la Real Sociedad.

Israel y México como campos de pruebas

La trayectoria de Pako Ayestarán como entrenador dio un salto la temporada pasada. La apuesta del Macabbi Tel-Aviv dio buen resultado. Consiguió los tres títulos en juego (Liga, Copa y Copa de la Liga), un éxito total para el conjunto israelí, que recientemente le ha llamado para intentar recuperarlo. Ayestarán estaba esperando una oferta mejor. Su progreso como técnico había quedado patente en el curso anterior, al frente del Estudiantes Laguna, de la segunda división mexicana. Lo cogió en posiciones de descenso y lo llevó al «play-off» por el ascenso. Pero su reto era entrenar en Europa. Aceptó la oferta del Maccabi antes de volver ahora al Valencia.