­El estado mental, del que hablaba el clásico, está calado en los huesos del fútbol y el Valencia lo ha experimentado como nadie en esta temporada esquizofrénica. El conjunto de Neville ha dejado atrás al equipo derruido anímicamente que estuvo perdiendo 0-1 contra el Espanyol durante 14 minutos y ha empezado a quererse un poquito tras levantar ese encuentro (2-1) y barrer poco después al Rapid de Viena en la Liga Europa (6-0). Solo así, valorándose, se puede vencer a un Granada sin ningún aprecio por sí mismo. Es la tercera victoria consecutiva del cuadro de Gary Neville, el sexto gol de Parejo en el campeonato y la cuarta asistencia de Alcácer. Cuando Parejo y Alcácer se encuentran, el Valencia empieza a disfrutar. Les basta una mirada para entenderse. Una inteligentísima dejada del delantero al mediocampista, que remató a gol a botepronto, despejó el exitoso camino para el Valencia, coronado por Santi Mina en el minuto 90. La primera parte perfecta ante el Rapid le ha cambiado la vida al atacante gallego, un goleador al que tanto Nuno como Neville en un primer momento mantuvieron demasiado lejos del área. El chico tiene el gol en la sangre, inyectada de euforia en la última semana. Anoche remachó un despeje del Andrés Fernández tras un intento de vaselina de Alcácer en un contraataque. El Granada, tan desconfiado de sus virtudes, desperdició ocasiones clarísimas, algunos remates bajo los palos de Diego Alves, apenas exigido pese al dominio del conjunto nazarí.

Ese es el Enzo Pérez que se esperaba cuando llegó a mediados de la campaña pasada procedente del Benfica por 25 millones. Mediocentro experimentado, sobrio y concreto, sin la indefinición que le había caracterizado en los últimos meses. Anclado Enzo en esa posición, Parejo y André Gomes fluyen de nuevo. Especialmente cómodo anduvo ayer el mediocampista madrileño. Liberado de las zarandajas de la capitanía, no le piden a Parejo que enseñe músculo ni dé cuatro gritos, pero con el balón es un auténtico «gentleman». Lo trata con delicadeza. Y lo envía donde más conviene a sus compañeros. Como en ese pase de falta de la primera parte a Alcácer, que marcó un desmarque al primer palo en una especie de jugada ensayada.

¿Lo era? Bien, el regreso de Ayestarán a Mestalla, como principal asesor de Gary Neville, ha coincidido con el despegue en las dos competiciones. Una casualidad como cualquier otra, pero Ayestarán está para ayudar y mucho en la estrategia, la táctica y, por supuesto, el rendimiento físico, su especialidad. Ayer se le vio hablando con André Gomes en un receso del encuentro, dando tranquilidad y oficio, cualidades que le sobran.

Hasta ahí lo mejor del Valencia ayer en Los Cármenes. Lo peor, la defensa. Algún error monumental del central Aderlán Santos en un envío a Miguel lopes a punto estuvo de costar el partido. Lo evitaron tanto Barral como El Arabi, empeñados en tirar fuera o al palo lo que les caía. Que fue mucho desde la banda derecha, donde la exuberancia de Success derribó una y otra vez la oposición del veterano Siqueira. Pero todo se ve de otro color en el Valencia. Europa está otra vez a la vista y la visita del Athletic, el próximo domingo, medirá sus opciones continentales y su renacida autoestima.