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Off the record

La derrota útil

La derrota útil

Vaya por delante que, pese a lo abultado del marcador, el Valencia no realizó ante el Athletic de Bilbao el peor partido de la temporada. Es más, el equipo que dirige Gary Neville -y Pako Ayestarán- generó situaciones de juego ofensivo muy superiores a cualquiera de las que vimos por ejemplo en Granada hace unos días. Producto de esas llegadas, Negredo y Paco Alcácer tuvieron la oportunidad de abrir la lata y poner el partido cuesta abajo y el plan de Ernesto Valverde patas arriba. Sus remates al segundo anillo, primero, y la estratosfera, después, acabaron por desesperar a Mestalla.

Txingurri puede regresar a Bilbao sintiéndose Hannibal Schmidt, el jefe del Equipo A, por aquello de «me encanta que los planes salgan bien». Los delanteros valencianistas se convirtieron en los cómplices perfectos de su guión: Esperar a los últimos veinte minutos para provocar que pasara algo. Para ello recurrió a dos de los elementos esenciales de su primera unidad: Aduriz y San José. Hasta su entrada al terreno de juego, el primer capítulo de la trilogía tenía todo el aspecto de poder finalizar en combate nulo.

Pero no todo es negativo. Ni mucho menos. La bofetada en la recta final ante el Athletic de Bilbao servirá, en cualquier caso, para apagar de forma definitiva cualquier atisbo de debate irresponsable al respecto del futuro de Gary Neville. Cuestión que, dicho sea de paso, el entrenador inglés se encarga de alimentar en sala de prensa. A diferencia de las respuestas cortantes con las que despachaba todo tipo de preguntas relativas a su cese/dimisión cuando el Valencia no le ganaba a nadie, la racha de cuatro triunfos consecutivos (dos de ellos en Europa League) ha originado frases más elaboradas al respecto de su futuro, como la última del pasado sábado, en la que pedía aplazar el asunto hasta el mes de abril. Peter Lim sabrá qué hace, pero el status quo de su socio en Mestalla solo lo cambiarían dos escenarios: Meter al equipo en la final de la Europa League y/o clasificarse entre los seis primeros en Liga. Todo lo demás es generar debates absurdos y reincidir en errores comparables a los tres años que el magnate de Singapur le regaló a Nuno Espirito Santo cuando llevaba entre nosotros cuatro telediarios.

Que el entrenador no merezca siquiera la creación de debates al respecto de su continuidad en Mestalla no significa que no haya evolución en sus jugadores ni una mejora evidente en su equipo. Sin llegar al extremo de afirmar que el Valencia realizó los mejores setenta minutos de los últimos tres meses -Neville olvida, por poner un ejemplo, la eliminatoria europea contra el Rapid de Viena-, sí es innegable que el grupo ha vuelto a enchufarse.

Desde el punto de vista anímico y también el futbolístico. En el peor momento de la temporada, tras las derrotas consecutivas ante dos recién ascendidos como Sporting de Gijón y Betis, un hashtag brotó de forma espontánea en las redes sociales: el Valencia siempre se levanta. El pavor provocado por la amenaza de un descenso a Segunda cada vez más factible hizo que miles de valencianistas aparcaran de forma temporal sus filias y fobias para hacer sentir su apoyo al vestuario. Pues bien, unas semanas después puede afirmarse sin rubores que el Valencia se ha levantado. Lo escribo convencido. A pesar del 0-3. La excelente imagen europea y las dos victorias contra Espanyol y Granada han alejado de forma definitiva los fantasmas de la Liga Adelante y permiten aún hoy recurrir a la calculadora para imaginar caminos que faciliten la clasificación para la segunda competición continental 2016/17.

Ahora bien, en estas latitudes nunca ha bastado con levantarse y caminar. La exigencia en el entorno valencianista no cambia por mucho que pasen jugadores, presidentes y/o magnates. Se trata de ganar. A ser posible, jugando mucho mejor de lo que el equipo lo ha hecho desde que Gary Neville apareciera en Mestalla con la L en el cogote. Por eso más de uno se fue ayer a casa rumiando que a lo mejor el tropezón a golpe de testarazo sirve para que Peter Lim quizá se lo piense antes de mantener aquí a un técnico cuya mejora es insuficiente para renovar. Quizá.

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