El silencio de Mestalla, avanzada la segunda parte, resultó atronador. Había asistido a un recital de un entrenador rara vez visto en un campo de fútbol. El dolor en la grada se debía a que la exhibición no provenía de su banquillo sino del contrario. Valverde convirtió un partido equilibrado, ligeramente inclinado hacia los locales, es un ko a favor de su equipo en el tramo final. Movió las piezas en el instante justo. Metió a San José en el eje para recuperar el control y, poco más tarde, a Aduriz para quebrar el encuentro. A cada retoque de Valverde mejoraba el Athletic; a cada zarpazo de Gary Neville lo empeoraba irremediablemente.

El Valencia compitió durante una hora y mereció ir por delante en el marcador pese al lastre de un árbitro poco equitativo. Ahora bien, llegado el momento de la verdad, Valverde cogió el encuentro por las solapas. Y lo zarandeó sin dos de sus mejores activos (Williams y Raúl García) y después de un desgaste en la Liga Europa ante el Marsella del que se había librado el Valencia en Viena. En el próximo enfrentamiento de octavos de la Liga Europa entre valencianos y vascos, le va costar a Neville recuperar anímicamente a sus jugadores, así como prepararlos para la Liga (el miércoles en La Rosaleda ante el Málaga), donde ha pasado definitivamente a terreno de nadie. Entre los tejemanejes de Nuno y la inconsistencia de Neville, el Valencia tiene la Liga en la papelera.

Tras la derrota de ayer, el entrenador británico hizo un análisis muy fino en algunas cosas (el arbitraje sibilino, la buena primera parte y la estupidez de cargar toda la culpa del resultado contra Parejo), pero obvió el capítulo de las pizarras. La suplencia de Alcácer está justificada porque el delantero valenciano había estado con fiebre durante la semana, además de seguir con un tobillo hinchado. Negredo, más allá de fallar goles cantados, sigue sin tirar desmarques. Juega clavado junto a los centrales rivales.

Pero en los cambios le faltó agilidad a Neville. En vez de retirar a Santi Mina, con la lengua fuera, el técnico inglés quitó a Cheryshev por Feghouli. El Valencia se desplomó. Una pérdida del interior gallego propició el primer tanto vasco: centro de San José y cabezazo de Sabin Merino. A continuación, Neville sustituyó a su mejor hombre, Enzo Pérez (con molestias), por un Piatti desnortado, dejando un agujero inmenso en su centro del campo. Lo pagó Parejo, cuya pérdida de balón acabó en el segundo gol del Athletic (Muniain).

La Curva Nord la emprendió con Parejo. En eso Neville y Valverde coincidieron en su veredicto: es ridículo culpar a un jugador de la derrota y más tratándose de Parejo, decisivo ante el Granada la semana pasada, capital en la clasificación para la Champions, como recordó el Txingurri, tan corta es la memoria de la hinchada valencianista.

En pleno apagón local, Aduriz dominó el área en su eterno cabezazo a saque de córner. Este final eclipsa a un admirable Enzo Pérez, ancla a partir de la cual se soltaron Parejo y André Gomes, así como Santi Mina y Cheryshev.

El Valencia desperdició dos ocasiones de oro. El centro de Cheryshev atravesó el área y le llegó en el segundo palo a Negredo, con demasiado tiempo para pensar. Paró, miró y... disparó muy alto. Más rápido fue todo para Alcácer: recibió de André Gomes y se acomodó de espuela el balón en carrera para encarar a Iraizoz, que le tapó todas las salidas.

Para romper esa inercia, Valverde frotó la lámpara: salieron San José, Aduriz y Susaeta. Cuatro remates a portería, tres goles. Un silencio espeso se apoderó de Mestalla. Después del globo hinchado por el Rapid de Viena, vuelve la cruda realidad.

La grada reclama dos penaltis a Gil Manzano

La actuación de Gil Manzano fue duramente criticada por la grada y Gary Neville. El colegiado extremeño desquició incluso a jugadores caracterizados por su templanza, como André Gomes, que vio la amarilla por alejar una pelota de pura impotencia. Poco antes, André había sido objeto de un posible penalti al ser zancadilleado por Etxeita en el minuto 20. En la segunda parte y aún con 0-0, Etxeita sería otra vez protagonista al rebotarle en el brazo un cabezazo franco de Negredo. No se apreció penalti. A Gary Neville le exasperó que Gil Manzano no sacase tarjetas en el Athletic pese a la acumulación de faltas. Con todo el ambiente en contra, el árbitro advirtió al técnico para que cesara en sus protestas.