Con su involuntaria acción Carlos Kameni acabó con una preocupante racha que el Valencia arrastraba de la mano de Gary Neville, como es la falta de puntería en las primeras partes. El último gol que el conjunto blanquinegro había anotado en Liga en el primer acto se remontaba al 3 de enero de 2016, cuando Dani Parejo neutralizó, desde el punto de penalti, el gol inicial del Real Madrid en Mestalla.

Desde entonces habían transcurrido dos meses sin que el Valencia decantase a su favor los encuentros en los primeros compases. Un dato elocuente de la mala racha de resultados y de la incertidumbre que rodea cada duelo, en el que a los de Mestalla les cuesta erigirse en claros dominadores.

La jugada, muy poco habitual (Kameni es el primer portero este año en anotarse un gol), es metafórica de las dificultades del Valencia. Hasta ese momento, ninguno de los tres disparos de los visitantes habían ido dirigidos entre los tres palos del guardameta camerunés, que protestó airadamente la jugada al entender que Cheryshev le había obstaculizado en el salto, un giro que los guardametas tienen muy mecanizado para desviar la pelota a saque de esquina.

En los trece partidos dirigidos por Neville hasta el momento en el campeonato doméstico, sólo en tres el Valencia ha marcado en la primera mitad, y en ninguna ocasión para adelantarse en el marcador. A los mencionados goles de Kameni y Parejo se deben añadir los de Paco Alcácer y Santi Mina en el 2-2 contra el Getafe, que permitieron igualar el marcador tras los tantos iniciales de Sarabia y Lafita.

Por contra, el Valencia ha demostrado entereza suficiente para no venirse abajo. El de ayer es el séptimo partido en el que los blanquinegros suman puntos tras ir perdiendo por un gol de sus rivales.