De Paco Alcácer ya se había glosado su innata capacidad rematadora para definir de primeras con explosivos desmarques al primer palo. Con todos los matices de un jugador experto, pese a su edad, el delantero de Torrent ha ampliado su repertorio guiándose de su privilegiado instinto para destacarse como un gran asistente. Anoche, en un partido gobernado por el Atlético desde su mayor consistencia táctica, la perspicacia individual de Alcácer dio vida a los de Gary Neville con varios destellos de jugador grande. La calidad y el compromiso en el partido firmado por Alcácer se diluyó, como un azucarillo por la ternura colectiva que arrastra el Valencia.

La dejada de cabeza en el gol de Cheryshev es reveladora de la clase de Alcácer. El canterano amortiguó el cuerpo, casi encogiéndose, para servir un maravilloso pase de cabeza al extremo ruso, que prolongó su estado de gracia. De la chistera se sacó Alcácer otra asistencia sublime, esta vez con una semitijera de las que suele hacer gala Ibrahimovic, con ojos en la espalda, que dejó solo ante Oblak a Cheryshev, que embocó mal, con la espinilla. Dos chispazos daban aire al Valencia y eran suficientes para agrietar la hormigonada defensa del Atlético. Por fin ha encontrado Alcácer un socio igual de despierto e incisivo, como es Cheryshev. Entre los dos generan los únicos signos de electricidad de los de Mestalla. El jugador cedido por el Real Madrid se ha erigido como un gran revulsivo al anotar su tercer tanto desde su llegada en enero.

No es la primera vez que Alcácer reparte asistencias inverosímiles. Ya se vio en el tanto de Santi Mina contra el Barcelona en Mestalla. «Paquito» aguantó de espaldas la pelota, en un alambicado control entre cabeza, hombro y piernas y protegiéndose del acoso sobre su nuca de Mascherano y Piqué, para acabar entregándole el gol hecho al delantero gallego.

En la victoria contra el Granada Alcácer también destapó el tarro de las esencias para asistir a Rodrigo en el gol que certificó la victoria blanquinegra en Los Cármenes. Alcácer igualaba en los locales el recital que Griezmann ofrecía como punta de lanza del granítico bloque «colchonero».

En una temporada muy crítica para el valencianismo, Paco Alcácer, contrariamente, ha logrado salir reforzado con su rendimiento. Con apenas 22 años, el jugador de l´Horta Sud parece haber alcanzado su madurez y acaba el año en un estado de plenitud que debería ser aprovechado por la selección española, necesitada de abanderados generacionales. En el caso de Alcácer, con esa rica gama de movimientos, alimenta el fútbol asociativo de la Roja, no altera el discurso.