Ahora resulta que Gary Neville tampoco sabe jugar en campos embarrados, como si en sus 15 años de lateral derecho en la Premier se hubiera deslizado sobre céspedes perfectamente cortados. La persistente lluvia todo el día en Bilbao convirtió esta ida de los octavos de final en un partido durísimo desde el punto de vista físico en San Mamés. Los jugadores terminaron embarrados y exhaustos, sin un gramo más de energía, en un encuentro mejor interpretado por el Athletic, que se puso por delante, cómo no, a balón parado, y después perdonó Aduriz en un disparo alto cuando estaba solo ante Ryan. El Valencia dispuso de algunas opciones de empatar a través de Rodrigo, encarando sin lucidez en el remate al meta Herrerín. Pero más protagonista resultó Ryan, decisivo en un par de intervenciones para que la eliminatoria llegue caliente hasta la próxima semana en Mestalla, en plena explosión de las Fallas.

Sufre el Valencia en defensa y cada pelotazo vertical desde la zaga rojiblanca se convertía en una acción de gol. De una de ellas sacó una falta a favor el conjunto de Valverde en el carril del ocho. Acudió Beñat a por el balón. Lo acarició antes y en el momento de golpearlo, muy enroscado y al primer palo. Entró Raúl García con todo, sin nadie que le parara los pies (muy lejano el marcaje de Javi Fuego). El cabezazo, girando el gaznate, lo envió al palo contrario. Raúl García es uno de esos jugadores odiados por los rivales y por los árbitros, muy apreciado por los compañeros. El Valencia profundizaba en la sima de su pésimo balance defensivo a balón parado. Ni Ayestarán ni nadie consigue pararlo. Más del 30% de los goles encajados por Neville han sido en esta suerte.

En fase ofensiva, quien mejor se adaptó al campo encharcado fue Parejo, que lanzó a Rodrigo en un par de contragolpes. El extremo hispano-ruso, ayer a pie cambiado por la derecha, aprovechó su velocidad para plantarse ante Herrerín, pero no supo cómo superarlo por falta de palanca en su pie derecho para picar la pelota ante la salida desesperada del portero.

Laporte trató de sorprender a Ryan en un disparo de falta de más de 30 metros tras la reanudación. El meta australiano, golpeado anteriomente en un cabezazo en su propia área pequeña, respondió con solvencia.

Cada minuto estaba peor el terreno de juego, más varado el balón por el agua y sin profundidad en el conjunto de Gary Neville. Llegaba a la línea de tres cuartos y esa línea defensiva rojiblanca no la podía salvar. Hacía falta algo más. Un cambio para alargar el equipo. El partido de Piatti, tanto en ataque como en defensa, resultó irrelevante. Lo sustituyó en el minuto 69 Neville por André Gomes. La diferencia de forma entre Aduriz (35 años) y Negredo (30) quedó manifiesta en San Mamés. Por una parte, Aduriz puede marcharse en el uno contra uno con Gayà, casi 15 años menos, por ejemplo. Negredo, en cambio, intenta una preciosa cola de vaca, pero se queda en el intento.

Ryan mantuvo despierto al Valencia en la eliminatoria al repeler un tiro de Sabin Merino. Rodrigo volvió a disponer de la única vía valencianista para batir a Herrerín. Lanzado por Negredo, esta vez armó la zurda, pero sin la viveza para sortear las piernas rojiblancas.

Los cambios de Neville no aportaron nada. André Gomes dispuso de tiempo, pero tardó en adaptarse al barrizal. Y en cuanto a Alcácer y a Feghouli, apenas entraron en el ritmo del encuentro. Demasiado tarde.

Aduriz, al cielo

Los pelotazos a la espalda de los centrales dañaron a la zaga valencianista. Y hasta el final, cuando Aduriz volvió a plantarse solo ante Ryan mientras Mustafi le recriminaba al portero australiano que no hubiera salido antes a tapar. Ryan debió haber salido. El Valencia deja fría a su hinchada una vez más, pero al menos sigue vivo.