¿Qué explicación tiene la temporada que está sufriendo el Valencia?

No hay duda de que una cierta desilusión existe. Vistos los resultados del curso pasado, este año nos esperábamos algo especial. Es decir, que no solo se confirmase la buena temporada anterior, sino que además se pelease por cosas importantes en los últimos diez o doce partidos. Entrar en Liga de Campeones debería ser lo mínimo. Y ahora quedan dos meses sin Copa, ni Liga Europa... es complicado.

¿Cómo se encararán estas semanas ya sin objetivos?

Es ahora precisamente cuando los jugadores deben demostrar si quieren y merecen quedarse.

La hora de saber quién no se baja del barco.

Lo digo de forma constructiva. Todo el mundo se equivoca, todos hemos tenido una mala temporada. Pero es cuando las cosas no van bien cuando hay que demostrar que se está preparado para seguir en este club. Por mi experiencia, insisto, un jugador bueno aunque tenga un mal partido se sabe que es bueno. En estos ocho partidos hay que demostrar orgullo. Nadie les va a pedir que metan cinco goles en cada partido, pero sí que demuestren que merecen continuar aquí.

Ante el Athletic sí se vio finalmente ese orgullo, pero se retrocedió de nuevo ante el Celta...

Nosotros no tenemos el mismo camino que el Barcelona o el Madrid para ser grandes. Así lo ha demostrado el Valencia en su historia. Por caminos diferentes a veces hemos llegado a su misma altura y a ser mejores que ellos. El camino del Valencia debe ser el de intentar pelear con buen fútbol, pero tener algo más. Para estar en el Valencia hay que jugar con un alma especial. Messi solo hay uno y va a jugar en un solo equipo. Pero hay muchos más jugadores que pueden ser muy importantes para contribuir a este camino con el que hace apenas una década se ganaron títulos.

Parece que el actual Valencia precise de la reconstrucción que en su día realizó Ranieri en 1998. Cimientos, cerrar la defensa, formar un bloque...

Nosotros no podemos fichar a Cristiano Ronaldo, pero si a diez jugadores de muy buen nivel que pueden formar un grupo. Ese es el primer objetivo: crear una piña. Cuando el grupo es fuerte estás capacitado para afrontarlo todo, lo bueno y lo malo, y siempre eres competitivo, da igual que juegues contra el Barça o el Extremadura.El Valencia siempre se ha distinguido por esa fortaleza, por encajar pocos goles, por ser un gran colectivo. Si la defensa era buena era también porque los delanteros eran los primeros que presionaban. Es así.

¿Faltan jugadores de su perfil veterano? ¿Es este Valencia demasiado tierno?

Cuando la situación no es buena, el jugador joven lo acusa más que un futbolista veterano, con experiencia. Pero las comparaciones nunca me han gustado. Nosotros fuimos una parte de la historia y ahora debe venir otra. Una base de buenos jugadores sí que hay. Hay jóvenes interesantes en este Valencia, pero para que exploten se necesita rodearlos de gente con experiencia, que cuando las cosas vayan mal les digan «No os preocupéis, que aquí hay gente que sabe aguantar esto». Un poco de eso sí se necesita.

No es partidario de comparar, ¿pero cree que el recuerdo del doblete, más que una ilusión, se va convirtiendo en una carga nostálgica para cada Valencia posterior?

Cuando has disfrutado de una felicidad tan intensa solo quieres volver y volver a ella, una y otra vez. Eso va a estar ahí, pero las comparaciones van a ser feas por respeto a los que están ahora, chavales que son buenos jugadores.

¿Pero no hay nada de aquella época gloriosa que se pueda aprovechar en el presente?

A ver, no hay que comparar pero sí hay que saber fijarse. Yo siempre digo que para mirar adelante hay que saber mirar hacia atrás.

Vino a Valencia con 32 años y una carrera ya larga...

Sí, sí, con un buen historial de batallas... (carcajadas).

¿Se imaginaba entonces que Valencia le iba a marcar tanto?

Valencia ha sido mi ilusión. No me imaginaba que iba a tener este éxito, que Valencia iba a representar mi segunda juventud. Pero por mi carácter siempre tengo abierta la ventana de soñar. Si en la vida no sueñas ni tienes ambiciones... ¿dónde vas? En aquella época, año 1997, veía que la Liga española estaba siendo más potente, que el Valencia se podía transformar. Era el equipo de Zubizarreta, Romario, Ortega... Y me dejé llevar por la aventura.

Tampoco era usual que los futbolistas italianos se marcharan al extranjero. Usted, quizá Zola y Vialli en el Chelsea, y pocos más...

Rompí un poco la barrera, pero también tuve la suerte de llegar en el momento de expansión de la Liga y de crecimiento económico de España. A partir de ahí empezó el «boom» en muchos niveles. España ya no era la cuarta nación futbolística de Europa. Era la primera, junto a la Premier, y con más nivel técnico.

Más allá de los títulos, siempre afirma que su gran triunfo fue cambiar la opinión de los aficionados.

Sí, y continúo pensándolo. Ese fue mi gran título. Un jugador con 32 años, italiano, que encima lo expulsan dos veces en los primeros cinco partidos... Fue muy complicado el inicio, pero supe remontarlo. Tuve la suerte de contar con grandísimos compañeros y entrenadores.

También tenía un evidente problema de comunicación con los árbitros españoles...

(Carcajada). Tuve problemas con una palabra bastante usual en los estadios italianos, y que aquí no sentaba bien a los árbitros...

Hablamos de la familiaridad que en italiano tiene pronunciar «vaffanculo», ¿no?

¡Tú has dicho la palabra! Exacto, en italiano la puedes pronunciar y no suena como una ofensa... Pero más allá de esa palabra, me di cuenta que los árbitros españoles eran poco comunicativos. En Italia podías dialogar con ellos, en España ni mirarlos. Me costó acostumbrarme, pero con el paso del tiempo he vuelto a encontrarme con árbitros, como López Nieto, y nos hemos reído de las anécdotas compartidas.

¿Cuál era el secreto de su Valencia, sin bajar el rendimiento a pesar de las ventas millonarias y los cambios de entrenador?

La base del equipo estaba formada por gente con mucha responsabilidad, además de ser buenos jugadores. Y cada año llegaban jóvenes que prometían y que no tenían más remedio que adaptarse porque veían que nosotros los mayores éramos muy profesionales. Así, obligándoles a superarnos, les ayudamos a crecer.

¿Le encuentra explicación al penalti que le paró Kahn en la final de la Champions?

Ufff... Mi tiro iba fuerte, alto y recto. Intento encontrarle, todavía hoy, una explicación, pero no la veo. No tenía dudas de que íbamos a ganar ese partido. Y mira que aquel Bayern era un equipazo tremendo. Pero me sentía muy seguro. Si un día antes de la final me dicen que íbamos a llegar a la tanda, no me lo creía. «Nosotros ganamos antes», me repetía. Estaba convencido.

¿De qué manera le han acompañado los recuerdos de las dos finales seguidas perdidas?

Con el tiempo he aprendido a quedarme con la parte bonita. La amargura no se va, pero tampoco el privilegio de haber estado allí, por supuesto ¡Cuánto nos divertimos hasta llegar a las finales! ¡Cómo disfrutamos del camino! Es una verdadera lástima que el Valencia no tenga una Copa de Europa.

¿Cómo va su aprendizaje como entrenador?

Ya tengo los dos primeros niveles y me queda el último, en julio lo acabaré. Y a partir de ahí, a disfrutar y divertirme.

¿Le sorprende que Ranieri pueda ganar la Premier con el Leicester?

Y decían que si estaba mayor... Sorprende, pero solo hasta un límite. Si a estas alturas va primero ya no es una sorpresa. Se merece ganar la Liga. Ha sido el equipo más regular, el más correcto, por mucho que el Leicester no tenga el nombre del Manchester United. Deja otra lección, siempre se debe luchar por mucho que los favoritos sean los de siempre. No me creo que haya equipos invencibles.

El Atlético ha combatido esa resignación de pensar que Barcelona y Real Madrid son intocables.

¡El Atlético de Madrid no ha inventado nada! Ha repetido lo que ya hicimos nosotros. Ganar la Liga, acariciar la Liga de Campeones. Es el mismo reflejo.

Ha tenido como técnico a Boskov, Cúper, Sacchi, Benítez... ¿Cuál le ha influido más?

Tener experiencia es la parte menos fea de hacerte mayor, y de todos he aprendido. Son muchos modos de juego, pero todos se hacen en base a los jugadores de los que dispones. Al final el que manda siempre es el jugador. Ya puedo poner la defensa adelantada que si mis centrales son lentos... me hago un hara-kiri, como los japoneses. Hay que saberse adaptar. Hay momentos para el juego y hay momentos para el corazón. También hay que jugar bien sin tener el balón. Muchos equipos no lo aplican. Con Cúper éramos un equipo emblemático sin balón. El Barcelona tenía mucho balón pero no nos superaba nunca.

¿Cómo de cerca estuvo de convencer a Ancelotti para venir a Mestalla?

Llegué a convencerle. Él quería salir fuera de Italia, estaba peleado con Berlusconi en el Milan. «Carlo, querido, yo quiero llevarte a Valencia», le dije. «Con el barco vendría», me contestó. Estaba encantado.

¿Y qué falló?

No conseguí convencer a Soler.

¿En el fútbol se debe decir toda la verdad?

Una frase mueve millones de opiniones en el fútbol y no se puede decir siempre, públicamente, la verdad. Pero no porque haya nada que esconder. La verdad solo se puede decir de cara a la persona interesada. Hacerla pública, a veces, es dar pábulo a interpretaciones de todo tipo, aunque siempre haya que asumir la responsabilidad.

¿Ahora se puede desclasificar toda la verdad de su convulso año como director deportivo del Valencia?

Mi gran defecto fue aceptar que no hubiese que cambiar al entrenador. Mi idea era sustituir a Quique por un entrenador con más experiencia, que supiera (medita...) tratar con los jugadores veteranos y que se abriera al diálogo. Esa fue mi equivocación. Yo también me equivoqué, y en otras cosas acerté. Es el fútbol. Tenía tanta ilusión por aceptar ese cargo que no pensé que tendría problemas con el entrenador.

¿Por qué Quique y usted estaban enfrentados?

Hoy todavía no sé por qué le caía mal. Tendría que haber sido más firme. Le tendría que haber dejado claro a Soler que si aceptaba ser director deportivo, era cambiando de entrenador. Yo como director deportivo solo pensaba en tener el mejor equipo. Pero no hubo diálogo, no sé por qué.

¿Se sintió traicionado por Soler?

Todo el mundo, si pudiese dar marcha atrás, seguro que cambiaría cosas. Soler, Quique, los jugadores, yo mismo, todos, habríamos rectificado algunas de las cosas que se hicieron.

¿Cuál es el jugador que más le ha costado marcar? ¿El Maradona del Nápoles?

Bueno.... No venía mucho por mi lado (carcajadas). Era zurdo. Recuerdo pasarlo realmente mal con Donadoni, en el Milan, tenía una calidad técnica extraordinaria. Con jugadores tan buenos te concentras al máximo. En España he sufrido más porque es más popular el extremo, tipo Garrincha, más abierto, que desborda más por la banda. Cada domingo tenía que jugar con cuatro ojos.

Totti, que fue compañero suyo, parece que no sigue en la Roma. ¿Se puede explicar o entender lo que representa ese jugador para esa ciudad?

No, es complicado. Solo el Papa, y no siempre, está por delante de Totti. Totti es la 'romanità'. Ha crecido, vivido y jugado siempre alli... No hay palabras.