A marchas forzadas, el entrenador del Valencia, Pako Ayestarán, trata de recuperar anímicamente al vestuario, golpeado por una campaña muy por debajo de las expectativas. Ese es el principal objetivo del entrenador vasco ante el partido frente al Sevilla del próximo domingo en Mestalla (16.00).

Desde distintos sectores del valencianismo, los agoreros insisten en desarrollar la profecía autocumplida. Y exponen, apocalípticos, los males que afectan al Valencia: un vestuario roto, un estado físico penoso, una plantilla poco comprometida con jugadores que salen de fiesta hasta altas horas de la madrugada...

La realidad, sin embargo, es bien distinta, según una fuente muy respetada en el vestuario. Primero: las tensiones entre los futbolistas, advierte, son las lógicas en un equipo con una pésima cadena de resultados (peor sería, añade, que no se enfadaran y les diera igual el rumbo del equipo). Segundo: el estado físico, puesto que el Valencia suele caerse en las segundas partes, es el recurso utilizado por todos los entrenadores cuando las cosas no les funcionan, siendo el estado de ánimo, muy decaído por las circunstancias, mucho más determinante. Y tercero: no se debe frivolizar sobre el compromiso de los futbolistas. Depende de cada caso: Gayà, por ejemplo, está sufriendo un calvario por las lesiones, por haber sido forzado a jugar algunos partidos sin estar en condiciones, y por esos insultos a los futbolistas («jugadores mercenarios») que en su caso son especialmente injustos. Su caso es el de un chaval ávido por recorrer miles de kilómetros desde su casa de Pedreguer hasta Paterna para entrenar y jugar en el equipo de su vida hasta conseguirlo el año pasado, ser reconocido como una de las sensaciones de la Liga y, un curso después, haber de afrontar, a los 20 años, la cara oscura del fútbol. Otros jugadores que cargan cada día con el peso anímico de la horrible temporada son Alcácer, Piatti, Jaume Doménech y Javi Fuego, los más sensibles a la crisis.

En el descanso del partido ante Las Palmas, del pasado sábado, Alcácer se lamentaba ante los árbitros de los dos fuera de juegos inexistentes que le hurtaron sendas claras ocasiones de gol. La conclusión en la caseta del Valencia es que, en esta dinámica negativa, hasta las decisiones arbitrales, en caso de dudas, se vuelven en contra. El Valencia ha perdido los cuatro últimos partidos y, aunque mantiene seis puntos por encima de la raya del descenso, la preocupación es notable por un final de Liga ante el Sevilla, el Barça, el Eibar, el Getafe, el Villarreal, el Real Madrid y la Real Sociedad. El objetivo es evitar un viaje a Getafe «a vida o muerte» contra el conjunto del valenciano Fran Escribá, más habituado a esta angustia de final de campaña. El objetivo es que los futbolistas del Valencia vuelvan a creer en sí mismos.