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Crónicas de El Parador

De las dunas de Espárrago a la "flor" de Antonio López

Guus Hiddink, que tomó el hotel como residencia, no acudió un día al entrenamiento porque se quedó dormido

Luis, durante un entrenamiento en agosto del 95 . MANUEL MOLINES

El Parador de El Saler, que ayer recuperó Pako Ayestarán para los entrenamientos del Valencia CF, ha sido algo más que un simple hotel para el club. Ha sido refugio del equipo durante muchas pretemporadas y concentraciones. En esas instalaciones, se han vivido multitud de anécdotas en los últimos treinta años, que han quedado grabadas en el imaginario valencianista.

En la temporada 92-93, con Víctor Espárrago de entrenador y Modesto El Profe Turren como preparador físico, a más de un futbolista se le atragantaron las dunas. Pese a las protestas de los ecologistas, que consideraban ese espacio natural como protegido, los jugadores iban arriba y abajo cargados de sacos de arena en unas interminables sesiones de trabajo que hicieron vomitar y llenar de llagas en los pies a más de uno.

Un año después, Guus Hiddink tomó el hotel como su cuartel general. El holandés, muy aficionado al golf, instaló allí su residencia. El equipo entrenaba en la Ciudad Deportiva, pero se concentraba en el parador antes de los partidos. Una mañana, Hiddink no apareció por las instalaciones de Paterna. Nadie sabía nada. Se dispararon todos los rumores. Desde el fichaje por un club extranjero hasta un ataque al corazón. José Manuel Rielo, segundo entrenador, alimentó la duda cuando dijo a la prensa: «No estoy autorizado para decir dónde está el entrenador». Lo cierto es que Hiddink se había dormido.

En la temporada 95-96, con Luis Aragonés, también se vivieron jornadas intensas en El Saler. El Sabio de Hortaleza, y su preparador físico, Jesús Paredes, ponían las pilas a un Valencia CF que le disputaba la Liga al Atlético. Esa temporada, y presenciando en la sala de televisión de El Parador un decisivo Tenerife-Atlético, con el título en juego, Luis vio cómo Aguilera fallaba una ocasión de gol imperdonable. «Carlitos, el precontrato», se le escapó. Aragonés tenía muy claro cuál iba a ser el nuevo destino del jugador: El Atlético. Y así fue.

Rafa Benítez también recurrió al hotel como refugio en la temporada 2001-2002. Y, por extensión, Antonio López, su segundo entrenador, el día que debutó en Mestalla ante el Betis con mando en plaza tras la destitución de Ranieri en el año 2005. López buscaba «tener flor», dijo, y ese día el Valencia CF ganó. El Parador volvió a ser talismán del equipo.

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