La naturaleza no da saltos». La frase es del exentrenador del Valencia CF, Carlos Alberto Parreira. El técnico brasileño la pronunció años ha en Mestalla, pero ahora cobra vigencia. Y es muy apropiada para explicar los motivos del fracaso del juvenil A. La joya de la corona de Paterna se ha quedado fuera de la Copa del Rey, tercero en la Liga, detrás del Villarreal y del Levante UD. Y lo hace porque se quiso ir demasiado deprisa con sus mejores jugadores, como Rafa Mir, Toni Martínez, Carlos Soler, Fran Villalba o Lato, en lugar de ir quemando etapas.

La falta de planificación fue tremenda. El error, garrafal. En este tramo final de temporada, el Valencia CF no levantó cabeza desde la derrota en la Youth League ante el Chelsea. Y, aunque esa es la excusa que esgrimen desde la entidad, lo cierto es que el equipo fue víctima de las prisas, como revelan fuentes de toda solvencia. No se quemaron etapas. Mentalmente, los pilares fundamentales del Valencia CF nunca estuvieron pensando en el juvenil. Estuvieron descentrados.

El Valencia CF cayó en partidos decisivos, como el disputado en Paterna ante el Villarreal, y ni siquiera la victoria del pasado domingo en Murcia (1-2) le valió para jugar la Copa del Rey. El gran dominador en la categoría juvenil vuelve a ser el Villarreal. El club amarillo lleva dos años marcando tendencia. El año pasado ganó la Liga y la Copa de Campeones. El Valencia juvenil no gana desde que Baraja era su entrenador.

Precisamente, el cambio de entrenador. también influyó. Miguel Ángel Angulo, que estaba al mando del juvenil A, fue llamado a filas deprisa y corriendo para el primer equipo. Gary Neville contaba con su concurso. Fue un fichaje inesperado. Nunca se supo bien cual era su misión. Meses después, Pako Ayestarán se lo quitó de encima.

Fue Javi Sanchis quien tomó el relevo de Angulo en el juvenil. Al entrenador no se le puede achacar nada en el plano técnico, quizás en su debe figura la gestión del vestuario. Aunque tampoco le han ayudado desde el club. A Sanchis le hubiera gustado poder disponer de un bloque desde principio a fin. Y que no hubiera habido desconexión.