Casi toda la plantilla del Valencia, con la excepción de casos aislados como el de Sofiane Feghouli, se ha reactivado con la llegada de Pako Ayestarán al banquillo del Valencia. El nivel colectivo del equipo blanquinegro ha aumentado y, con él, el rendimiento individual de algunos futbolistas. Uno de los jugadores reenganchados a la causa es Aymen Abdennour. En los dos últimos encuentros las prestaciones del central tunecino han aumentado considerablemente. Después de una temporada en la que había estado muy lejos de las expectativas generadas en su fichaje de 22 millones de euros, Abdennour mostró ante el Sevilla y el Barcelona la contundencia exigida como sustituto de Otamendi.

En esa recuperación tiene mucho que ver la implicación personal de Pako Ayestarán, que ha perseverado para seducir al central. Su reintegración en la convivencia de grupo ha sido el primer paso para que mejore su rendimiento: «Los jugadores extranjeros tienen que sentirse acogidos. Se tienen que sentir parte de algo, tienen que poner de su parte para integrarse, es como cuando llegas a un grupo de nuevas amistades. Todos estamos intentando que se integre porque pensamos que puede ser un futbolista importante».

La tarea de recuperación de Abdennour ha llegado por dos vías. En la deportiva, Ayestarán le ha insistido en que simplifique su juego, que toque rápido y no se complique, para ganar en confianza y contundencia. La adaptación debía ser no solo deportiva, sino también cultural. En sus primeros ocho meses en Valencia, Abdennour no se aclimató a la plantilla y era una imagen usual verlo en solitario en las esperas de los aeropuertos. Casi a la fuerza, Ayestarán ha ido dándole conversación, haciéndolo reír y provocar que se sienta más importante en la convivencia del equipo. La rehabilitación de Abdennour es clave para recuperarlo deportivamente o, con un mejor rendimiento, aumentar su devaluada cotización de cara al próximo mercado de verano.