La defensa del Valencia ha sido una cruz toda la temporadas y ni siquiera la llegada de Pako Ayestarán ha impedido que vuelve a salir a la superficie. Su partido de ayer en Getafe, en presencia de Peter Lim en las gradas, pone en evidencia la urgencia de reforzar esa línea para la próxima campaña. Las limitaciones individuales ayer de Abdennour, Cancelo y Siqueira frenaron la mejoría del equipo en las últimas jornadas. El golazo inicial de Parejo, lejos de lanzar al Valencia hacia su cuarta victoria consecutiva, lo sumió en un letargo del que solo escapó a última hora con una acción llena de amor propio de Negredo.

El delantero vallecano, menospreciado por tierra, mar y aire (el último ha sido Paco Roig, al afirmar que una uña de Romario vale más que 60 Negredos), acababa de entrar en el campo cuando arrancó con furia, tiró un regate largo y le regaló el gol a Paco Alcácer, acertado en el oficio de cazagoles en un día en que apenas olió la pelota. El Getafe atacó hasta el final y solo la falta de puntería de sus atacantes y las palmas siempre atentas de Diego Alves evitaron el triunfo del cuadro de Esnáider.

Impulsado por la inercia de los tres últimos triunfos, el Valencia había entrado muy pintón al Coliseum, llevando la iniciativa, alimentando largas posesiones y esperando a conectar con Alcácer. Pero la falta de profundidad (Alcácer estuvo en ayunas toda la primera parte) le fue comiendo terreno. Los mediocampistas dejaron de combinar escalonadamente y se perdieron en conducciones a ninguna parte (un defecto en el que suele caer André Gomes). Respecto al último duelo ante el Eibar, Ayestarán había sacrificado a Santi Mina a fin de afianzar el centro del campo con Enzo Pérez. Sin embargo, el plan trazado por Esnáider empezó a asomar en el Getafe: robos de balón de su medular, más agresiva que de costumbre, y salidas a toda mecha al contraataque. Le falló la resolución de Álvaro Vázquez, que desaprovechó el cómico choque entre los dos centrales (Mustafi y Abdennour).

Grave error de Abdennour

Ayestarán no quiso esperar más allá del descanso para cambiar el guión del encuentro. Pisó sobre sus propios pasos y volvió al equipo que tan buen sabor de boca había dejado la semana pasada. Entraron Cancelo y Santi Mina. El efecto fue inmediato. La falta de Vergini sobre Rodrigo al borde del área, escorada a la izquierda, le abrió el camino a Dani Parejo. El centrocampista madrileño golpeó el balón con una confianza absoluta. Es un maestro en el libre directo: el efecto, la potencia y la dirección apropiadas. Y ya está ahí Parejo, fiel a sus números de cada campaña: ocho goles y cuatro asistencias. Lo curioso es que quienes más lo cuestionan son los resultadistas cuando, desde ese parámetro, el de los números, es casi imbatible en el mundo de los centrocampistas.

El Valencia se tumbó a la bartola tras el gol de Parejo y permitió la reacción del Getafe. El conjunto de Ayestarán se defendió fatal por ambos laterales, se metió muy atrás y facilitó un tiroteo premiado con el tanto de Medrán. Las carencias individuales de los zagueros visitantes quedaron muy a la vista de Peter Lim.

Tras el tanto del Getafe, el Valencia recuperó la iniciativa, no así el control. Abdennour seguía en Babia. Un pelotazo de la defensa azulona llegó botando a la línea divisoria. Era clara para Abdennour si hubiese ido como debía, de cabeza, pero el central tunecino prefirió esperar para golpear con la zurda y se le adelantó Scepovic, que acababa de entrar por el desacertado Alvaro Vázquez. El delantero serbio tiró millas y se plantó ante Diego Alves, al que batió con un tiro seco con el exterior.

En esa montaña rusa que es su rendimiento, ayer le tocó a Cancelo su peor versión. Mal en defensa y peor en ataque. En el lado contrario, otro recién entrado aprovechó su oportunidad: Negredo. El vallecano arrancó con rabia al atrapar un error en la entrega de Sarabia. Un regate largo y, rodeado de contrarios, el pase a la izquierda, donde le esperaba Alcácer para empalmar su decimotercer tanto en la Liga.

La puerta de salida

Suso García Pitarch, que ahora sí viaja en busca de refuerzos, examina el rendimiento de estos últimos partidos en los que el equipo no se juega nada, pero se juega mucho. El orgullo y el prestigio tan tocado de los futbolistas, además de la posible renovación del técnico. Para algunos de ellos, el duelo ante el Getafe puede haber sido un billete de salida de Mestalla. Para algunos como Abdennour, que costó 22 millones, las horas pueden estar contadas.