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Entrevista

José Ignacio Sáenz: "Salí del pueblo con la boina al venir al Valencia y mis padres tenían miedo a la ruta del bakalao"

José Ignacio, subcampeón de Liga en la temporada 95-96, remomera su etapa como valencianista

José Ignacio Sáenz: "Salí del pueblo con la boina al venir al Valencia y mis padres tenían miedo a la ruta del bakalao"

A mediados de los noventa, los jugadores del Logroñés invadieron Mestalla. Llegaron Poyatos, Romero, Salenko... y José Ignacio

Sí. Fue una invasión. Nos fichó Paco Roig. Ellos llegaron primero y yo llegué solo. Luego, más tarde. Era muy joven. Yo salía del pueblo con la boina. Mis padres estaban asustados con eso de la ruta del bakalao... Y fue llegar a una ciudad maravillosa, a la que sigo bajando con asiduidad porque tengo dos casas y muchos amigos, y a un club muy grande que tenía aspiraciones de ser campeón.

Cuando usted llegó al Valencia CF era una gran promesa del fútbol español. En Mestalla hizo pronto el máster porque se encontró con Luis Aragonés en el banquillo.

Fue un salto muy grande. Había jugado con el Logroñés y quería jugar a más nivel. En el Valencia estaba Luis Aragonés, que era un fuera de serie. Un fenómeno. Una persona inigualable. Y su preparador físico, Jesús Paredes, también. Luis ha sido irrepetible. Todo lo que te pueda decir de los dos es poco. Aprendí un montón de cosas con ellos a todos los niveles, no sólo en lo futbolístico. De Jesús, por ejemplo, recuerdo que me lesioné y vino a verme a casa. A mi eso me caló. Eran dos personas campechanas. Y a la hora de entrenar, eran los primeros en la Ciudad Deportiva.

¿Cuál fue el secreto de aquel equipo que sin grandes estrellas pudo haber sido campeón de Liga?

Luis logró que el vestuario fuera una piña. Éramos todos amigos. Había gente muy joven y algunas gotas de experiencia. Pero por encima de todos estaba Luis. Y lograba mantener ese buen ambiente tanto a la hora de entrenar, como de los partidos, o a la hora de tomarse un vino o una caña con los futbolistas. Que también lo hacía. Sabía estar al mismo nivel cuando tocaba y ser el entrenador y el conductor del grupo cuando tenía que serlo. Lo recuerdo saliendo a tomar algo cuando estaba él de técnico, pero luego cuando había que trabajar...se trabajaba a conciencia. Entrenábamos muy fuerte. Ahora se ha perdido un poco eso. Suena un poco a fútbol de otro tiempo. Esos valores marcaron mi carrera.

Ya que hablado de salir a tomar algo, en aquella época los jugadores salían por la noche y mucho.

Salir siempre se ha salido. Éramos gente joven. Pero teníamos muy claro lo que se podía y lo que no se podía hacer. Y cuando se podía salir a tomar algo. Sobre todo si se ganaba. Pero luego, a la hora de entrenar, íbamos a tope. Y en los partidos ni te cuento.

¿Todavía mantiene contacto con algún compañero e aquella época?

He jugado o me he enfrentado a casi dos mil futbolistas a lo largo de mi carrera. Y es imposible mantener el contacto directo con todos. Pero cuando me encuentro a alguno en un campo de fútbol, como Mendieta o Pachi Ferreira por ejemplo, nos llevamos un alegrón enorme porque lo que vivimos esos años en Valencia fue espectacular. Te sientes otra vez como un chavalillo, aunque ya no soy Sub-21... (ríe).

En el Valencia CF le tocó vivir mucho en muy poco tiempo: subcampeonato, destitución de Luis, fichajes millonarios...

Fueron dos años muy intensos. La verdad es que todo fue bonito. Yo lo jugué casi todo. Recuerdo que una temporada hasta cerca de 40 partidos. El año del subcampeonato había un equipo en el sentido literal del término. Un bloque muy compacto y homogéneo. Gente con calidad pero sobre todo muy trabajadora. Y gente muy joven. Estábamos Javi Navarro, Sietes o Mendieta, que nos conocíamos de la Sub 21. La verdad es que tuvimos opciones de ganar la Liga hasta el final. Y el vestuario creyó que podíamos hacerlo. Fue una pena, la verdad.

¿Por qué se fue del Valencia?

Me fui cuando me quedan cuatro años de contrato porque firmé con el Valencia CF por seis temporadas. Con Luis Aragonés lo había jugado todo y rendido creo que a muy buen nivel. Pero llegó Valdano. Y yo sentí que la cosa no estaba clara. Parecía que se me cerraba la puerta. Zubizarreta me dijo: «tienes que seguir creciendo como futbolista y jugar partidos». Y me fue al Zaragoza no porque en Valencia no estuviera cómodo, más bien todo lo contrario, sino que me marché para poder seguir jugando de titular. A mí me hubiera gustado continuar.

¿En algún momento se arrepintió de su marcha?

Recuerdo que me llamó Mendieta y me dijo: «No te tenías que haber ido, ahora estarías jugando de titular. Tenías que haberte quedado». Pero ya estaba en el Zaragoza. Y allí el equipo rindió a muy buen nivel. Recuerdo que llegué a Zaragoza y el Kily González, con quien mantengo una muy buena amistad, me preguntó por qué me iba del Valencia al Zaragoza. No lo entendía. Luego él fichó por el Valencia CF. También cuando estaba en Zaragoza, una vez ya había dejado el Valencia CF, me llamó Claudio Ranieri porque quería que volviera a Mestalla. Son cosas del fútbol.

¿Siente que en ese momento se deshizo el bloque que había logrado el subcampeonato y que, de haberlo mantenido empezando por Luis, se habría ganado algún título?

Es muy posible. Sí, se deshizo el bloque. La verdad es que se fue todo el mundo. Habíamos hecho un grupo con Zubizarreta, al que llamábamos de forma cariñosa El Abuelo, Pachi Ferreira, Eskurza, Javi Navarro, Iván Campo, Mendieta, Sietes... Y de repente no quedaba nadie. Me encontré solo, sin opciones claras de jugar, y no me daban bola. Un día en la pretemporada de Holanda, con Valdano, me pregunté qué hacía yo aquí. Y tenía muy claro que lo que quería era jugar y jugar. Y por eso me fui: a jugar. Me fui al Zaragoza porque estaba cerca de mi casa, de Logroño, y lo había visto jugar en partidos europeos.

No le fue del todo mal. En Zaragoza alcanzó la internacionalidad, ganó una Copa del Rey...

Jugué cinco años en el Zaragoza y ganamos la Copa del Rey. Y un día me llamó José Antonio Camacho y me dijo que me iba a la selección. Además fue en Valencia. ¡Nos concentramos en El Saler y todo. Como cuando estaba en el Valencia! Me sentía como en casa. Pero luego no tuve continuidad. Sólo jugué dos partidos pero uno de ellos fue clasificatorio para el Mundial del 2002 en Corea y Japón. Yo ya había jugado con la selección española los JJOO de Atlanta en el 96, que fue una experiencia impresionante.

Y de La Romareda al Celta, y luego cerró su carrera en el Logroñés...

Me fui al Celta justo después de ganar la Copa con el Zaragoza en la final ante el Celta. Allí la gente no lo entendía y al principio no lo tuve fácil porque era como si fuera un mercenario, Pero allí me encontré un equipazo. Jugamos la Liga de Campeones y le ganamos al Milán de Kaká 1-2 en San Siro, y yo marqué el gol de la victoria. Y para cerrar el círculo, volví a casa.

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