Los 25000 espectadores que tuvieron los arrestos necesarios para asistir al irrelevante último partido de una temporada mediocre, despidieron al Valencia con pañolada y bronca ensordecedora. El duelo ante la Real Sociedad había sido otro tormento soporífero, resuelto con la puntilla final del gol visitante en el descuento, que rompió definitivamente el dique. La afición ajustó cuentas. Pitada general con tres nombres señalados: Piatti, Barragán y Negredo, abucheados en las sustituciones. La velada deja a las claras que el club, más que un nuevo proyecto, necesita una catarsis regeneradora.

Una serie de fintas a pierna cambiada del canterano Sito, en el minuto 43, despertaban a Mestalla, con una media entrada que es metáfora de tantas cosas. La grada había pasado la primera mitad sumida en una indiferencia salpicada con brotes puntuales de ira. Piatti pagó la frustración, el remate final de una temporada desdichada. El extremo argentino nunca ha alcanzado la etiqueta de ídolo, más bien de jugador callado y cumplidor. Anoche era abroncado al fallar un segundo pase en profundidad y, preso de los nervios, acabó lesionándose con un simple control. Mestalla llegó a silbarle, tumbado en el suelo. Ya solo cuando se retiraba cojeando un sector mayoritario del estadio entendió que tanta crueldad era innecesaria cuando uno de los que lleva tu escudo está lesionado. Los aplausos se impusieron.

Hasta ese momento, el partido había navegado en la indiferencia. En el césped no había noticias y en la grada se extendía un rumor poco habitual, ajeno a la acción del juego. Los espectadores dialogaban con sus vecinos de butaca mientras que la Curva protestaba en los primeros minutos dando la espalda al equipo.

Una calma tensa dominaba la segunda parte. Un gol de la Real Sociedad podía dinamitar la velada para una hinchada con la paciencia, Barragán era sustituido también entre silbidos mientras Vezo, Mina y André evidenciaban el nerviosismo reinante con patadas a destiempo. El fútbol se había estancado en una ciénaga de ausencia de oportunidades en el Valencia y posesión rival. Se mascaba la bronca final, solo atenuada cuando el Centro Artístico se arrancó con un «Paquito el chocolatero» y con el rugido de la ocasión final de Negredo.

El gol de la Real Sociedad, seguido del pitido final, fue el castigo definitivo. En medio de una de las pitadas más sonoras que se recuerdan, los jugadores aguantaron el chaparrón en el centro del campo.