Usted es una «rara avis» en el mundo del fútbol...

Es algo que tenía muy claro y que siempre comenté a mis compañeros en los equipos en los que estuve. Que había que estudiar. Y eso es lo que hacía yo mientras muchos se dedicaban a jugar a la play-station. La vida de futbolista es muy corta y se tiende a dejar los estudios. Luego, cuando acabas, ya es tarde para retomarlos. Salvo los futbolistas de los equipos punteros de Primera, muy pocos pueden vivir luego de lo que han ganado.

Hombre, tampoco es eso. Hoy en día gana muchísimo dinero...

Ganan mucho los de ocho o nueve equipos de Primera. El resto ganan dinero, sí, pero los años en los que están en activo. Pero el problema viene que cuando eres jugador profesional te haces a un estilo de vida irreal, que no puedes mantener luego. El dinero vuela a gran velocidad y más a esos niveles. De lo que han ganado en sus años de futbolista viven luego los menos de los menos.

De futbolista a notario hay un salto cualitativo profesional importante. ¿Por qué notario?

Mi padre era notario. Y yo decidí continuar la saga. Él no quería que estudiara notaría sino derecho deportivo, pero yo en el mundo del fútbol tuve malas experiencias y, pese a todo lo que me había dado, decidí romper de raíz. Notario me parecía una profesión muy interesante.

Perdió una vida como futbolista, y otra estudiando...

Dejé el fútbol con 27 años y me centré en los estudios. La verdad es que estuve cinco años encerrado y aprobé la notaría con 32. El fútbol me había dado muchas cosas buenas como la de saber competir, y eso me permitió ganar la oposición. Lograr ser notario no es una cuestión de capacidad sino psicológica, y yo aprendí a ser competitivo en el mundo del fútbol. Tampoco me llamaba ser entrenador o director deportivo porque son profesiones endebles, te diría que hasta aleatorias.

Cuando habla de malas experiencias, ¿se refiere a la sanción por dopaje en 2007, cuando jugaba en el Granada 74?

Sí, estuve dos años parado y tardé cinco años en demostrar mi inocencia (dio positivo por un medicamento para evitar la caída del cabello). Durante ese tiempo tomé la decisión de abandonar el fútbol. Me sentí abandonado, no me ayudaron como a mí me hubiera gustado. Fue una decisión muy meditada, pero no me costó tomarla. La otra fue cuando regresé del Valencia CF al Espanyol, me rompí el tendón de aquiles el primer día de pretemporada y perdí mi punta de velocidad.¿Cómo fue su fichaje por el Valencia CF?

Jugaba en el Europa, en Tercera, cuando aún era juvenil. Y el Valencia CF se fijó en mí. Me fichó Suso García Pitarch, que ahora está de director deportivo. El Barça vino a buscarme, estaban Iniesta y compañía, pero yo ya había dado mi palabra al Valencia porque también me iban a ayudar a que continuara mis estudios. Llegué al filial y me costó entrar, porque me sometí a una pequeña intervención de corazón. El segundo año ya empecé a marcar goles.

¿Cómo fue su debut con el primer equipo?

Fue en un partido de Copa, en Alicante. Y en Primera en un partido contra el Alavés. El Valencia tenía un equipazo. Lo entrenaba Rafa Benítez, que fue quien me dio la oportunidad. Un día estaba comiendo con el filial y me dijeron que me iba a Vitoria. Pensaba que iba de relleno, para completar, y por la noche estaba jugando en Mendizorroza al lado de Baraja, Vicente, Miguel Ángel Angulo.... Brutal.

Si debutó con el primer equipo e iba para promesa... ¿Por qué se fue del Valencia CF?.

Llegó el final de temporada. Yo acababa contrato. No seguía Rafa Benítez, tampoco Suso, y nadie me decía nada sobre mi futuro. Estuve dos meses sin saber qué quería hacer el Valencia CF conmigo porque nadie tomaba decisiones. Me tuve que buscar la vida. El Espanyol me puso un contrato fenomenal sobre la mesa. Luego me llamaron del Valencia CF, que quería cederme al Racing, pero mi palabra es lo que cuenta.