Terminada una temporada calamitosa, el Valencia se siente en la obligación de resetear su proyecto. En su segunda campaña al frente del club, Peter Lim ha comprobado que un club de fútbol no puede gestionarse únicamente bajo parámetros empresariales ni en vínculos amistosos. Que es necesario organizar una estructura deportiva y ser fiel a ella, sin injerencias caprichosas que rompan el equilibrio. Quebrada la estabilidad en pretemporada, por dejar el club en manos de Nuno Espírito Santo y Jorge Mendes, no le queda otra que pulsar el botón del reseteo. Empezar de cero con respecto a las ideas con las que aterrizó en Mestalla en 2014 y darle continuidad al primer cambio de rumbo que emprendió hace unos meses: confiar en un director deportivo. Y a partir de ahí, construir un proyecto razonable. Como el de cualquier sociedad futbolística seria.

El primer gran error de Peter Lim fue dejar las decisiones deportivas en manos de un entrenador sin experiencia, Nuno, y del representante Jorge Mendes, su principal influencia. Vista la involución del equipo una vez el dúo portugués adquirió toda la responsabilidad, el Valencia decidió recuperar la figura del director deportivo. Durante todo este tiempo, el club de Mestalla ha funcionado, en el terreno deportivo, ajeno a los principios de la lógica de un equipo obligado a competir al máximo nivel. A saber: una plantilla con la media de edad más joven de la categoría, la llegada de un técnico (Gary Neville) sin experiencia y sin el mínimo conocimiento de castellano para sacar al equipo del pozo o la demostración continua del desacierto en los fichajes de los centrales Abdennour y Aderlan Santos. Un golpe, este último, directo a la identidad del Valencia, cuya línea defensiva ha sido sagrada en todos los éxitos del club.

La revolución del Valencia empezará en el banquillo. El club busca un entrenador que tenga muchos kilómetros recorridos después de los dos fiascos con Nuno y Neville, especialmente grave el del técnico inglés, el entrenador con peores números de la historia del Valencia.

Los cambios se antojan profundos en la plantilla. Peter Lim lo ha podido vivir: confiar el equipo a futbolistas muy jóvenes no ha dado resultado. El club busca jugadores contrastados para equilibrar un equipo inexperto, que ha acusado la falta de veteranía en el momento clave de la temporada. El Valencia necesita futbolistas que fomenten la unión del grupo y el compromiso con el escudo.

El club necesita con urgencia fortalecer la defensa con la llegada de al menos dos centrales, un lateral diestro y también un mediocentro defensivo. Aunque todo va a ir dependiendo de las salidas, se presentan muchos huecos que llenar también en el centro del campo. Es evidente, por ejemplo, que Parejo, para sacar lo mejor de sí mismo, necesita a su lado un futbolista que asuma responsabilidades en la dirección del grupo. Y ese no es André Gomes, cuya negociación para su venta está en marcha.

El fichaje de un delantero que asuma el peso goleador es otra necesidad. Negredo no entra en los planes. Alcácer, sí, pero precisa de otro atacante con quien compartir la responsabilidad anotadora.

Más allá de las individualidades, el gran reto es dotar al Valencia de una identidad. Un estilo de juego ahora perdido.