Desde los años 60 el Valencia ha tenido una indiscutible vocación de equipo clásico en Europa. No abundan los clubes que hayan disputado finales de todas las competiciones europeas durante todas las décadas. Cada generación blanquinegra ha tenido su referente europeo desde Mestalla. Las tres finales seguidas de Copa de Ferias, la Recopa de Heysel, la Supercopa ante el Forest, las cimas de París y Milán o la UEFA en Goteborg contra el Olympique de Marsella. Aquel título de 2004, con el remate de la Supercopa en Mónaco meses después, dejaba al Valencia en una posición inmejorable para afianzar su etiqueta de rival tradicional en Europa. Sin embargo, una década después, el Valencia no solo no ha avanzado sino que ha llegado a perder el brillo que lo caracterizaba como el tercer equipo de la Liga „más allá de la estela inalcanzable de Real Madrid y Barcelona„ con una mayor presencia cualitativa en Europa. Atlético y Sevilla, en gran medida, y Athletic y Villarreal le han comido terreno.

El próximo 28 de mayo el Atlético disputará su segunda final de Campeones en su era moderna, igualando la proeza vivida por el Valencia de Héctor Cúper en 2001 y 2002. El conjunto del Manzanares escalón a escalón, fue haciéndose fuerte en Europa. Primero en la Liga Europa, con los títulos conquistados en 2010 y 2012 en los que apeó al Valencia en cuartos y semifinales, respectivamente. En esa serie de cruces de caminos, y no solo en las finales, se define también la historia. La potencia competitiva adquirida con Simeone le ha permitido llegar a la cumbre de dos finales de Champions. La de 2014 se le escapó por los pelos. En dos semanas, de nuevo ante el Madrid, tiene la oportunidad de aumentar el prestigio internacional de su palmarés.

Cuando el Valencia levantaba su tercera UEFA en Suecia, en 2004, el relato europeo del Sevilla era todavía una página en blanco. Ahora los hispalenses, con un crecimiento deportivo basado, como el del Atlético, en el modelo que hizo grande al Valencia entre 1999 y 2004, pueden ganar esta semana su quinta Liga Europa. En 2006, 2007, 2014 y 2015 el Sevilla ha aprovechado el segundo trofeo continental, una carretera secundaria en la que no transita la primera aristocracia, para forjarse un nombre. En 2014 igualaba al Valencia en esta competición después de una semifinal que fue otro giro caprichoso del destino: un gol en el descuento de M´Bia evitaba que los valencianistas llegasen a Turín. Por último, en los dos últimos lustros el Villarreal ha olido hasta en tres ocasiones la posibilidad de una final (una vez de Champions en 2006, aquel penalti fallado por Riquelmep) y su estructura deportiva invita a pensar que, al igual que el robustecido Athletic Club (finalista en 2012 de la Liga Europa, vaya a ser un equipo habitual en las citas de fuste.

No es que el Valencia haya desaparecido de Europa. En 19 años sólo ha faltado en tres ocasiones: 2005, 2014 y 2016. Dos semifinales de Liga Europa y unos cuartos de Champions han sido un límite desdibujado por la eclosión de la competencia nacional. A partir de 2017, Mestalla espera el regreso del Valencia bronco... y europeo.