Uno de los principales reproches de la hinchada de Mestalla al dueño del club, Peter Lim, es su escasa presencia en los partidos del equipo y en el día a día de la entidad valencianista. La respuesta es la distancia: 12.000 kilómetros y 12 horas de vuelo. A pesar de viajar en avión privado, a la esposa de Lim, Cherie, no le gusta volar y menos pasar las turbulencias habituales del cielo de Asia. Suelen visitar Valencia una vez al mes.

La presidenta, Layhoon Chan, alma máter de la gestión diaria, viaja a Valencia cada 15 días. «¿Ahora os dais cuenta de los lejos que está?», bromeó la dirigente con la expedición valencianista a la llegada de esta a Singapur en la noche del martes tras una escala en París.

Chándal negro

A pesar de ser una de las mayores fortunas de Asia, Peter Lim no es nada ostentoso en el vestir. El domingo por la noche se presentó en el hotel donde se hospedaba el Valencia vistiendo un chándal negro. Se tomó una cerveza con los cuatro periodistas valencianos desplazados a Singapur. Y les explicó los escasos impuestos pagados por los singapurenses: un máximo de un 18% para los que más ganan. Eso le permite, aseguró, destinar unos 20 millones de euros anuales a becas para jóvenes deportistas sin recursos económicos. Lim está orgulloso de sus orígenes humildes (por eso enseñó a los valencianistas el popular barrio donde creció) y de poder facilitar ahora a cientos de jóvenes la práctica del deporte.