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Una práctica de riesgo

Una práctica de riesgo

Creo recordar que hace unos años cuando Unai Emery se marchó del Valencia escribí en algún sitio que su paso apenas sería un paréntesis rutinario, fácilmente olvidable, la de un tipo estabilizador sin penas ni tampoco excesivos episodios de gloria. Es evidente que me equivocaba y si algo no ha sido su período es fácilmente olvidable. Contribuye a ello la acentuada melancolía que carga el entorno hacia cualquiera de sus pasados, retorciéndolos para echarlos en cara. Un conflicto de adhesiones que se creó inexplicablemente en torno al entrenador de la gomina.

Su fichaje por el PSG, que llega después de que Laurent Blanc acabe ganando más por dejar de entrenar que por entrenar (el mercado está anabolizado, quién lo desanabolizará), es un zasca más a añadir a esa pelea. Emery era un entrenador en progreso, aprendiendo a ser uno de éxito. El Valencia en ese instante contaba con un ataque de ensueño y su ciclo disparaba la fantasía. Unai cometió el pecado de la monotonía, de instalar al equipo en una estabilidad sin sorpresas; un sentimiento incompatible con nuestros biorritmos.

Aprovechó bien su universidad valenciana. Sobrevive y progresa sobre todas las cosas. Tiene el técnico una virtud extraña: la de gustar más entre los que no lo tienen cerca que entre los que lo rodean. Y otra inapelable: acaba llevándose de cada uno de sus equipos titulares de éxito. Clasificaciones para la Champions, uefitas a gogó? El logro de ganar más allá de lo que rinden.

No olvidamos el paréntesis de Unai básicamente porque desde entonces, y con apenas excepciones, el Valencia se ha entregado a una práctica de riesgo: la apuesta por los entrenadores por hacer. Llevada tan al extremo (el VCF no es entidad de medias tintas) que cuando alguno de los inexpertos tendió a dar la impresión de tener con qué lo fulminaron sin miramiento. Ahí está Pizzi: sus resultados eran medianos pero había un convencimiento unánime de que era un entrenador capaz de hacer un buen equipo. A la gobernanza que estaba por llegar le dio igual. ¡Next!, gritaron. Así nos luce el pelo.

Ocurre que el Valencia no los ficha por motivos deportivos, sino por otros que deben tener que ver con el esoterismo o la pura cacicada. Si sucede con los entrenadores qué no será con los jugadores...

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