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El borde del área

A una semana

A una semana

Justo en siete días estaremos contando que el arranca el Valencia CF 16-17 ya que en una semana comienza la pretemporada para los de Pako Ayestarán. Y cuando lo haga, salvo que cambie radicalmente el panorama en los próximos siete días, no va a haber variaciones sustancialmente destacadas con respecto a la plantilla que finalizó la ignominiosa campaña 2015-2016.

Es decir, que cuando en una semana Pako Ayestarán abra la puerta del vestuario se va a encontrar „en esencia„ las mismas caras que dejó. Si restamos a Feghouli (él se restó mucho antes) y sumamos la vuelta de cedidos que cuentan„al menos de principio„ como Fede Cartabia o Nando, la de cedidos que no cuentan Yoel, Orban, De Paul o la de los mestallitos ya confirmados Lato y Carlos Soler, la plantilla no ha registrado movimientos de mercado.

Ni entradas, ni salidas. El capítulo de compras y ventas sigue bloqueado porque económicamente „y mientras el propietario no decida lo contrario„ las segundas dependen de las primeras. Y como quiera que las primeras no existen, el resultado está a la vista de cualquiera.

Dijo Pako Ayestarán que, atendiendo al proyecto hacia al que iba el Valencia, él era el mejor técnico posible. Y mi duda es si el mejor técnico posible está preparado para comenzar a preparar una pretemporada con un equipo distinto al que debe comenzar la temporada. A priori se buscan nuevos centrales, un pivote y dos hombres de banda „y no descarto un delantero„. Pero ¿es lo más deseable para el ambiente del vestuario comenzar con un grupo de jugadores que saben que no se les quiere?

No será fácil construir un ambiente en el que las claves han de ser el esfuerzo, el trabajo, y los intereses del grupo por encima de los individuales con futbolistas que sólo se aferran al compromiso económico de lo firmado en sus contratos como base para su permanencia. Es decir, que se aferran a sus intereses personales por encima de los del grupo.

Pero no le queda otra a Ayestarán en su primera aventura desde el inicio como primer espada en un banquillo de la liga española, que lidiar con un vestuario que no es el que él quiere. Ni siquiera es el vestuario que quiere el club. Es el vestuario que dicta el mercado. Y es el vestuario que forjó la propiedad al entregarle la unidad del mando en las operaciones del verano pasado a un entrenador correa de transmisión de un representante que a su vez es el amigo y socio del propietario. Curioso, ahora que no está en primera fila el súper agente, el dueño ha cerrado el grifo del dinero (en su derecho está nos guste o no).

Aún así, sigo pensando que queda verano por delante. Pero una temporada como la pasada y que finalizó a principio de mayo acaba precipitando el nerviosismo. Veremos.

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