Casi dos años después del aterrizaje oficial de Peter Lim en el Valencia, el tiempo ha demostrado que dos de sus grandes decisiones deportivas resultaron calamitosas. La primera, prescindir de los servicios de Juan Antonio Pizzi, recién coronado campeón de la Copa América, con el efecto traumático que provocó aquel atrevimiento a largo plazo. La segunda, resultado de la anterior, fue colocar en el banquillo del Valencia a su amigo Gary Neville. Los dos técnicos son noticia por motivos antagónicos. Mientras Pizzi demuestra sus conocimientos al frente de la selección de Chile, el otro ha confirmado con Inglaterra que lo suyo no es entrenar. El ayudante de Roy Hodgson ha sufrido su segundo gran fracaso en los banquillos, después de que hace tres meses abandonara el Valencia como su peor técnico de la historia.

El éxito de Chile ha rescatado la figura del técnico argentino en el entorno del Valencia, despedido del club en el verano de 2014 como un gesto de autoridad del nuevo dueño. No valió que el entonces director deportivo, Rufete, respaldado por el presidente, Amadeo Salvo, avalara su continuidad para construir el nuevo proyecto deportivo del Valencia. Pizzi llegó en diciembre de 2013 para enderezar el rumbo desnortado de Djukic y no pudo evitar acabar décimo en la Liga, pero recuperó los valores competitivos del Valencia de toda la vida. Lo dejó a un minuto de la final de la Liga Europa, tras haber remontado anteriormente un 3-0 al Basilea (5-0 en Mestalla) y, puntualmente, un 2-0 al Sevilla (3-0 hasta el gol de M´bia).

De nada sirvió que Rufete («Pizzi es nuestro entrenador», llegó a decir al terminar la temporada) apostara por el argentino, porque Lim ya tenía la decisión tomada: dejar el proyecto deportivo en manos del agente Jorge Mendes. El portugués eligió a uno de sus amigos personales, Nuno Espírito Santo. No importaba su discretísimo currículo porque lo promocionaría en el Valencia. Al entrenador del Rio Ave no le fueron mal las cosas en su primera temporada, pero sus limitaciones salieron a relucir nada más iniciarse la segunda. Pizzi había gestionado mejor, año y medio antes, la dureza del calendario. Transmitió carácter y credibilidad. Nuno, no.

Visto el fracaso del proyecto del portugués, Lim tomó la decisión de llamar a Gary Neville para que se hiciese cargo del Valencia. Como en el caso de Mendes con Nuno, había un motivo más personal que deportivo. El técnico inglés tardó más de dos meses en sumar su primera victoria, después de que el Valencia sufriese su mayor humillación histórica (7-0 en la Copa, ante el Barcelona) desde la noche de Karslruhe. Un mes y medio después, sin más signos de mejora, fue destituido. El martes pasado dejó el otro cargo, el de segundo técnico de Inglaterra, que desempeñó con la misma falta de conocimientos que en Mestalla.