El fichaje de Gomes por el Barça, pese a ser inesperado, se alinea sin embargo con lo que ya se ha convertido en una tradición en los últimos años: el club culé haciéndose con las estrellas emergentes valencianistas a precio de oro. En poco más de una década, el club de Mestalla ha hecho caja con cuatro operaciones Valencia-Barcelona.

Del equipo de leyenda que comenzaba a forjarse a finales de los 90 y principios del siglo XXI salió Gerard López rumbo al Camp Nou por una cantidad de 24 millones de euros. Irónicamente, había sido fichado de la Masia unos años antes. Y se dejó en Mestalla todo su talento.

Una década después, fue el goleador David Villa el que recorrió ese camino, por una cantidad estratosférica: 42 millones de euros. Villa fue el último gran fichaje de Joan Laporta. El Guaje, que aterrizó en Barcelona tras conquistar el Mundial de Sudáfrica, conseguiría títulos en el Camp Nou.

Dos años después y de nuevo en medio de un torneo de la selección española, se produce otro fichaje, esta vez en la línea defensiva. El lateral zurdo Jordi Alba fue adquirido por el Barça por 14 millones de euros. Se repetía la historia de Gerard López. Sin futuro en la Masia, el defensa recala en Mestalla a precio de saldo. Alba ha sido probablemente la mejor inversión calidad-precio que ha hecho el Barcelona en Mestalla.

Mucho menos protagonismo ha tenido el último fichaje hasta la bomba de anoche: el central francés Jeremy Mathieu apenas ha jugado en el Barcelona, pero dejó en las arcas de Mestalla veinte millones de euros.

En total, cien millones de euros en cuatro operaciones en los últimos quince años. Una relación muy lucrativa que anoche vivió con André Gomes su episodio más rentable.