La rebeldía de Dani Parejo no es la primera que sucede en el Valencia, club que ya ha vivido (como la gran mayoría, por no decir todos) casos de futbolistas que intentaron forzar su marcha. A la memoria viene rápidamente el caso de Roberto Fabián Ayala, sin duda el caso más sonado en la historia moderna del Valencia. El defensa argentino fue el objetivo número 1 del club del Santiago Bernabéu durante varios veranos, pero se convirtió en un sueño imposible con el paso de los años hasta que la opción se acabó desvaneciendo.

El punto caliente del caso Ayala se produjo en el verano de 2003, cuando su acuerdo con el presidente del Madrid, Florentino Pérez, era vox populi. Iba a ser el recambio d Fernando Hierro en el Madrid, que pagaría 14 millones de euros. Su salida estaba también pactada, de forma secreta, en los dos clubes, con el delantero camerunés Samuel Eto´o incluido en una operación a tres bandas. El atacante africano recalaría en el Valencia, pero para ello debía de estar de acuerdo el Mallorca, dueño del 50 por ciento de los derechos de Eto´0. No hubo acuerdo final y Ayala, que dejó al margen de la rutina de trabajo del Valencia, terminó quedándose en el equipo. Tras quedarse, superó pitos y críticas en las primeras semanas. Aquella temporada ganó el doblete (Liga y Uefa) y dejó claro su compromiso en el césped.

Con David Villa no hubo tensión, pero sí incertidumbre durante las últimas jornadas de la temporada 2009-10, justo antes de partir al memorable Mundial de Sudáfrica. A Mestalla le quedó claro que el asturiano se reservaba para la gran cita y que tenóa nuevo destino. Terminó fichando por el Barcelona, pese a que el Madrid medio anunció que lo tenía fichado.

Si que recibió críticas el argelino Sophiane Feghouli la pasada temporada, cuando evidenció su falta de sacrificio al ver que el club no le renovaba. Como en el caso de Parejo, algunos de sus últimos entrenamientos fueron pasatiempos para él.

Antes, el Valencia había vivido situaciones problemáticas con el defensa Adil Rami y con el delantero Roberto Soldado. El primero, a través de su representante, anunció que quería marcharse. Lo mismo que Otamendi, aunque a este último nadie le recriminó nada por los millones que aseguraba al Valencia con su marcha.