Uno de los momentos más duros en la vida de Alcácer, y de toda su familia, llegó precisamente justo después de algunos de los más felices. El valencianismo aún guarda en su recuerdo sus lágrimas cuando, el mismo día del trofeo Naranja, su padre (44 años), con el que compartía nombre y pasión futbolera, fallecía a las puertas de Mestalla debido a un infarto de corazón. Pocos minutos antes había vibrado con el primer gol en Mestalla de su querido hijo. Y unos días antes habían celebrado el triunfo en el Europeo sub 19 donde dos goles suyos ante la República Checa resultaron decisivos. Alcácer y fútbol son dos palabras que van unidas casi desde que nació. El balón lo atrajo como un potente imán casi desde que dio sus primeros pasos y eso no pasó desapercibido para sus padres que, frustrados por sus problemas de sueño, vieron que el chupete no le hacía gracia, pero sí esa bola redonda que perseguía por toda la casa. Su padre lo acompañaría luego a cientos de partidos y sería un apoyo clave hasta que la tragedia los separó esa fatídica noche en Mestalla.