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Análisis

Una planificación traicionera con final feliz

García Pitarch apuntala la defensa y genera expectativas con un ataque sin un nueve clásico, en el que jugará un puñado de falsos delanteros

Una planificación traicionera con final feliz

­El fútbol es un generador de emociones tan potente que traspasa la frontera de la decepción a la expectativa sin pestañear. Es necesario que así sea, por otra parte. La indignación una noche al ver a García Pitarch de copiloto del agente Jorge Mendes (padrino de Abdennour y Santos, entre otros), se torna en esperanza de que esta vez haya traído a Mestalla dos futbolistas de verdad (Garay y Mangala).

La política deportiva del Valencia ha resultado caótica y desconcertante, traicionera, un caballo desbocado por los impulsos del dueño, Peter Lim. Y, sin embargo, de algún rincón nace el pálpito de que puede haber salido bien. 108 días después de haber clausurado la pasada Liga y con dos derrotas ya a cuestas en el arranque de ésta, el Valencia dio por sellada la plantilla con siete fichajes, 16 bajas y una euforia imparable tras haber contratado, al filo del cierre del mercado, dos centrales de primera fila, Mangala y Garay, una mezcla afinada por la velocidad del francés y la serenidad del argentino. Dos defensas que le permitan a Ayestarán mirar hacia adelante sin la angustia de una retaguardia de barro. Dos operaciones firmadas por el intermediario Jorge Mendes, al volante de nuevo de las transacciones más importantes.

Escocido por la multa de 20 millones de la Unión Europea, que debe abonar el club a la Generalitat en noviembre, a Peter Lim le entró un afán recaudatorio en las ventas de André Gomes (35), Alcácer (30) y Mustafi (41), además de rascar por Barragán (3) y Javi Fuego (1). 110 millones de caja tan solo en parte compensados con la inversión de unos 30 millones entre Garay, Nani y Medrán. El resto de contrataciones han sido jugadores cedidos (Mangala, Munir, Mario Suárez) o el caso de Montoya con la carta de libertad.

La plantilla queda muy remozada aun con los lastres de los otros dos centrales, Abdennour y Aderlan Santos (nadie en su sano juicio les quiere pagar lo que cobran en Mestalla), y el atasco en la portería (tampoco ha podido el club colocar a Diego Alves, el descartado por el propio Lim, más partidario de Ryan y de Jaume, por ese orden). Es una patata caliente para el técnico vasco: el mejor portero es el menos querido en los despachos.

La opción de compra sobre Munir (12 millones, sin recompra azulgrana, solo derecho de tanteo) es una medida inteligente de la entidad de Mestalla, que dispara la ilusión de la grada respecto a un talento puro de apenas 21 años, ocupando, si da la talla, el espacio en poco tiempo del ídolo caído (Alcácer).

Ayestarán va a jugar sin un nueve clásico sino con un puñado de falsos delanteros que dominen el arte del engaño y la improvisación: Munir, Rodrigo, Nani, Santi Mina, Fede Cartabia y Medrán. Este último, un pequeño maestro del pase decisivo, la apuesta de autor de Suso García Pitarch. Apuntalado atrás el equipo, el desafío de todos ellos es repartirse los goles y los movimientos para sorprender al meta rival. Mestalla, ante el Betis, ya está listo

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