Era un secreto a voces: El Valencia CF necesita reforzar su plantilla con un medio centro. Pese a las declaraciones del director deportivo, García Pitarch, quien se deshizo en elogios sobre el diseño de la temporada, lo cierto es que todo el mundo apuntaba al medio campo. El equipo anda huérfano de recambios para lesiones y sanciones, pese a que sólo tendrá que disputar dos competiciones esta temporada.

No es una opinión. Ni un sesudo análisis de los redactores de los medios de comunicación, sino que son declaraciones del entrenador del Valencia CF. Es Pako Ayestarán quien, en una entrevista a Bein Sports, reconoció que la plantilla anda corta en el centro del campo y que, en el caso de mantener un 4-3-3, con Mario Suárez, Parejo, Medrán y Enzo Pérez, no basta.

En este sentido, Pako Ayestarán exige un refuerzo para el mercado de diciembre. «Si jugamos 4-3-3 en caso de lesión o sanción podemos sufrir. Si encontramos un jugador que pueda aportarnos lo que necesitamos ¿por qué no?».

«Me siento más ilusionado que contento con esta plantilla. Estoy muy ilusionado con el equipo. Los que se quedan no son tan malos como pareció el año pasado pero jugaron condicionados por el nivel colectivo», explicó el técnico valencianista.

Preguntado por los recientes fichajes, los defensas centrales Mangala y Garay „que debutarán ante el Betis„, el entrenador vasco agradece el perfil de los dos, porque «son nombres contrastados y nos van a aportar experiencia. Llegan con un nivel de madurez que nos va a ayudar y llegan sin etiquetas».

El código interno

Por otra parte, y según desveló el diario Superdeporte, Pako Ayestarán tiene un reglamento de régimen interno, que aplica a rajatabla a la plantilla. El entrenador del Valencia CF no quiere desmanes en el vestuario, y por este motivo ha establecido una serie de sanciones económicas a los futbolistas en caso de saltarse las normas establecidas. Ayestarán controla desde los uniformes hasta el uso del teléfono móvil.

Así, por ejemplo, una ausencia injustificada de un entrenamiento implica una sanción de 6.000 euros, mientras que el hecho de llegar tarde a una sesión de trabajo se castiga con 3.000 euros y la prohibición de entrenar junto a los compañeros ese día.

La misma cantidad, 3.000 euros, se establece para aquel jugador que no acuda a una sesión de tratamiento médico.