Ya es un clásico de las últimas jornadas. Los jugadores de Valverde se pasan el partido protestando al árbitro. Lo rodean, le gritan, le muestran constantemente su menosprecio... y se van de rositas. A la cabeza de todos ellos, Raúl García. El árbitro, Gil Manzano, quiso pararlo con una tarjeta mediada la primera parte por protestar, pero ni de lejos. Él siguió a lo suyo, siempre midiendo la psicología arbitral, que no iba a atreverse a expulsarlo. Ni siquiera en el último cuarto de hora, cuando le hizo un entradó a Mina que hubiese supuesto la segunda tarjeta amarilla. Gil Manzano se puso a silbar, por su puesto.

No saben protestar

En el lado opuesto se encuentran los jugadores valencianistas, que apenas protestan tímidamente alguna acción, con nula capacidad intimidatoria para el árbitro. Así sucedió en la entrada citada de Raúl García a Santi Mina. Acabó el partido y los jugadores rojiblancos seguían rodeando al árbitro, no se sabe si quejándose o preparándolo para próximos encuentros. La actuación de Gil Manzano no fue seguramente decivisa en el resultado final, pero ellos seguían ahí, por si acasao.