Diego Alves les ha superado a usted y a Zubizarreta como mejor parapenaltis del Valencia. ¿Dónde está su secreto?
Se dan dos cosas: la intución y la intimidación. Aparte de ser un portero con mucha habilidad para intuir y llegar al balón, tiene el poder de intimidar al lanzador por una cuestión estadística. El que va a tirarle un penalti a Diego Alves se siente intimidado por tener enfrente a alguien que para tantos. Es normal sentirse inseguro ante él. Aparte, domina mucho los gestos y las posturas. Por no hablar que bajo palos tiene unos reflejos extraordinarios.
En su época no había tantas facilidades para analizar a los lanzadores de penaltis. ¿Cómo se las arreglaba?
Pues mira, yo analizaba al equipo contrario y me fijaba mucho en quién los tiraba. Al final, yo mismo me hacía mis estadísticas sobre el lado que elegían de la portería. Pero entonces no se televisaban casi partidos, ni había casi resúmenes. Veía el «Estudio Estadio» el domingo por la noche cuando podía y me apuntaba todo lo que podía. Entonces era mucho más difícil que ahora.
Ahora los clubes manejan esos datos y muchos más.
Ahora hay muchas facilidades. En mi época, creo que eso lo hacíamos muy pocos porteros. Era todo más rudimentario. Era jugar el partido, ver el «Estudio Estadio» cuando podías y ya está. Con eso sabías 4 cosas del contrario.
¿Se siente identificado con Alves? Usted también era un portero especialmente ágil.
Más o menos, sí. Tenía un perfil parecido bajo los palos y en el uno contra uno.
Por Mestalla se comentaba que Sempere era muy bueno en el uno contra uno porque antes fue portero de balonmano...
Sí, pero era sólo un rumor. Hasta se llegó a decir que había jugado en el Marcol Lanas Aragón (equipo de División de Honor valenciano). Lo que es cierto es que era un guardameta al que le iban bien las distancias cortas. Tenía habilidad para aguantar al delantero, esa paciencia necesaria para esperarle.
Entonces los porteros eran más bajitos (Sempere mide 1,76, por los 1,88 de Alves)
Sí, ahora es una figura más completa, ha de dominarlo todo. Nosotros lo suplíamos con los reflejos y la potencia en las piernas.
Cerveró recordaba el otro día que Mestalla no perdonaba que le pasasen la pelota al portero, cuando no existía la «cesión».
No estaba bien visto. Y en Mestalla, menos. Te exigían jugar hacia adelante.
Sempere vivió el cambio más radical que ha vivido el fútbol: que los porteros pasasen a jugar con los pies...
Entonces éramos más torpes, pero yo tenía la ventaja de haber jugado al fútbol de crío y eso me permitía manejarme bien. No me supuso un problema.
En el Camp Nou falló en un despeje, al estilo del de Ter Stegen en Balaídos (el domingo pasado), que dio que hablar.
Bueno, no fue exactamente igual. A veces tenías que asumir riesgos y ese día salí a pegarle a la pelota, calculé mal, y el balón me sobrepasó. Perdimos 5-1. Si acaso me duele algo, es no haber sacado más puntos para el equipo el año del descenso (1986). Creo que me faltó acierto puntual. Es una evaluación personal.
Otro día le paró un penalti a Koeman, un lanzador infalible
Fue con en la primera etapa de Hiddink, cuando volví a ser titular (Otxotorena le había ‘quitado’ el puesto’). Lo paré con 0-0, en un Valencia-Barça en Mestalla y terminamos ganando 1-0.
¿Su actuación más memorable?
Otro partido le ganamos 3-0 al Barça y no estuve mal. Necesitaban un punto para ser campeones y ya no lo sumaron en lo que quedaba de Liga, que la ganó la Real.
¿Qué delanteros le imponían?
Hugo Sánchez era pura dinamita. Maradona me metió un gol en su debut en España, pero remontamos el partido (2-1) con goles de Tendillo e Idígoras. También Quini (Sporting y Barcelona) y Dani (Athletic) eran peligrosísimos.
En el 82, figuraba como claro candidato a jugar el Mundial.
Sí, porque estuve toda la fase preliminar convocado. Miguel Ángel (Real Madrid) no había jugado y «Urruti» (Espanyol), casi tampoco. Santamaría (seleccionador) les llamó a ellos. No puedo probarlo, pero luego me enteré de que uno de ellos tenía problemas económicos y la forma de ayudarlo era convocándolo. Es curioso, pero el secretario de la federación española había coincidido con él en el mismo equipo.
Otxotorena le «quitó» el puesto y lo recuperó con Hiddink
Con él recuperé mis mejores años. Fue entonces cuando noté más el cariño de la afición del Valencia. Ahora me siento orgulloso cuando alguien me reconoce por la calle y me dice: «Tú fuiste mi ídolo».
