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Raso y junto al palo

Alcácer, víctima; Undiano, nefasto

Alcácer, víctima; Undiano, nefasto

No estuvo acertado Undiano Mallenco, árbitro navarro que pitó el Valencia-Barcelona. No fue discreto Neymar cuando se le ocurrió un gesto dirigido a la grada tras el gol de penalti que dio el triunfo a su equipo. Falló en sus modales el imbécil que lanzó una botellita de agua a la cabeza del brasileño. Fueron aficionados detestables quienes gritaron a Alcácer lo de «canalla fuera de Mestalla». Debería ser expulsado del estadio y como socio, si lo es, el estúpido que lanzó una bolsa de pipas a la cabeza del jugador valenciano.

Fue partido de victoria pírrica para el Barça si se tiene en cuenta la lesión de Iniesta, que aumenta el récord de las sufridas por el equipo. Fue tarde de despropósitos.Hace años, en Valencia se cambió la animadversión al Madrid por la del Barcelona. Habían cambiado los tiempos y se había apaciguado la lucha en la que hace unos años se mezcló el deporte con la política.

El Barça llegó esta vez a Mestalla casi como club amiguísimo puesto que le echó una mano económica al falso mecenas, Peter Lim, comprándole por jugosos traspasos a André Gomes y Alcácer, compensados con la cesión de Munir. El Barça ha sido últimamente benefactor del club de Mestalla puesto que ya recientemente había pagado por Jordi Alba y Mathieu. Ya en otra ocasión de precariedades contrató a Robert Fernández, que hoy dirige la secretaría técnica barcelonista.

Volvieron los enconos en tarde en que se llegó a soñar con una victoria que semanas atrás habría sido considerada imposible. El Valencia tiene ahora entrenador. Ganará más o menos partidos, pero es profesional y no un catecúmeno como Gary Neville. La mano de Prandelli se notó con el cambio de espíritu del equipo. Perdió, pero lo hizo con dignidad y argumentos suficientes para cargar, esta vez sí, sobre el árbitro parte de la derrota. No pitó un penalti en el área barcelonista, no expulsó con la merecida segunda tarjeta amarilla a Busquets y validó el primer gol cuando el fuera de juego de Luis Suárez era evidente y con sus movimientos perturbó al portero del Valencia. No anduvo fino y no fue cuestión de ver o pasar por alto un hecho, sino por la mala interpretación de la regla. Fue lamentable que se insultara a Alcácer, víctima de la nefasta administración económica del equipo de Lim. De la deportiva, preferible no hablar. Salió del club no porque lo deseara fervientemente, sino porque el club necesitaba el ingreso de su traspaso para redondear los cien millones de euros que, como confesó Suso García Pitarch, necesitaba la sociedad, o lo que es lo mismo, el presunto mecenas para equilibrar las cuentas y cumplir con el fair play financiero. Alcácer es una víctima más del dúo Lim-Mendes. Quienes lo lapidaron verbalmente, seguramente, entre ellos había alguno de quienes vitoreaban al nefando Amadeo Salvo y corearon la llegada de Lim, comprador a plazos del Valencia.

La lesión de Iniesta servirá para que se haga sangre sobre los modos del nuevo Valencia. No fue entrada diplomática la de Enzo Pérez, quien fue a por el balón aunque entrara fuerte. Tal vez se pueda argumentar que ciertas entradas deben moderarse. Sin embargo, sobre el estado actual de la plantilla barcelonista convendría hacer una pequeña reflexión. No recuerdo tiempos en que la plantilla azulgrana padeciera tantos problemas físicos. Por diversas razones y lesiones también distintas, han estado en el parte facultativo, Ter Stegen, Cillesen, Jordi Alba, Piqué, Arda Turan, Sergi Roberto, Rafinha, Messi, Umtiti, Rakitic, Mathieu, André Gomes, Gumbau y Kaptoum. Iniesta se lesionó a comienzos de temporada, por lo que ni siquiera pudo acudir a la selección, con distensión capular posterior de la rodilla derecha. En Mestalla padeció la segunda. Luis Enrique tal vez debería examinar las razones por las cuales su equipo sufre más lesiones que ningún otro. En la pasada campaña hubo veinticuatro lesionados en la plantilla. Caen suplentes y hasta los que suben de la cantera.

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