Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista

Jorge Otero: "Luis Aragonés nos hacía creernos los mejores del mundo"

"La afición debe olvidar lo que el Valencia fue en su día porque ahora la realidad es otra", aconseja el exdefensa

Jorge Otero: "Luis Aragonés nos hacía creernos los mejores del mundo"

¿Un resultado el domingo?

Que me comprenda la gente, pero soy celtiña. 2-1 y que a partir de ahí el Valencia salga disparado como un cohete.

¿Cómo ve al actual Valencia?

Desde Vigo lo veo con cierta nostalgia y te diría que con tristeza. Es un club con un potencial tremendo, lo tiene todo para ser un grande, pero desde fuera se ve demasiada convulsión y problemas extradeportivos. Me preocupa porque fue el primer equipo al que fui cuando me marché de Vigo, hice muchos amigos y estoy honrado de haber pertenecido a esa institución. Desde la lejanía duele.

El Celta es la antítesis. Sin tanto potencial ni expectativas, sabe a qué juega, es un proyecto más cuajado...

En tres años Berizzo le ha dotado de mucha personalidad. Es el espejo en el que deben mirarse muchos equipos. Berizzo llegó a estar unos doce partidos sin ganar y la directiva lo mantuvo. La paciencia en un proyecto es esencial. En Valencia es distinto por la presión. Pero a veces para conseguir las metas a las que aspira el Valencia hay que dar cuatro pasos atrás, tomar impulso y empezar de cero. Yo soy muy sensato y honesto con mis jugadores, es el primer paso. Y lo mismo hay que hacer con la afición. Es compatible con la exigencia.

¿Un entrenador del perfil experto de Prandelli es idóneo para empezar de cero?

No hay que descubrirle y todos sabemos de lo que es capaz. Tiene experiencia pero también una filosofía de juego abierta. Vuelvo a la paciencia. No hay que ponerle la soga en el cuello si en los próximos tres partidos no logra ganar. Lo que importa es que la idea madure y se vea una evolución. La situación requiere de tranquilidad. La afición debe olvidar lo que fue el Valencia en su día, porque ese Valencia ya no está y la realidad es otra. Se debe sumar y crecer poco a poco.

¿En qué ha errado el club para haber perdido no solo la estela de los dos grandes, sino para haber caído un escalón por debajo de Sevilla y Atlético?

La planificación en el fichaje de jugadores y entrenadores cambió, creo. Se volvió un club algo «comercial», perdiendo la referencia que te hizo grande. No se ha querido mirar atrás cuando las cosas no iban bien para evitar transiciones traumáticas. Tampoco ha ayudado tanta convulsión social. El recambio de las grandes ventas no ha sido acertado.

¿Su fichaje por el Valencia vino precedido de polémica judicial por otro precontrato con el Deportivo?

Fue un tema muy desagradable para mi. No todos los representantes son honestos ni claros. Tuve muchos juicios. Yo actué con toda la buena fe pero la gente que me rodeaba no. Por suerte esos temas van a mejor y los jugadores cada vez están mejor asesorados. Fue un trago muy difícil.

En su primer año, con Parreira, se llegó a la final de Copa pero fue una campaña demasiado irregular.

Fue una campaña difícil. Un equipo lleno de cambios. Llegó un entrenador que fue campeón con Brasil pero con ideas a las que no estábamos tan acostumbrados. Se crearon demasiadas expectativas cuando se necesitaba un periodo de adaptación. Con Rielo, al menos, logramos llegar a la final.

¿Qué teclas tocó Aragonés para transformar tanto al equipo un año después?

Con Aragonés teníamos la sensación de que éramos invencibles en Mestalla. Nos hizo creer que éramos los mejores jugadores del mundo. No es una tontería. Nos llegó a convencer de que éramos capaces de hacer algo fantástico, de que éramos grandes jugadores. Llegamos a creer tanto en él que lo ejecutamos. Nos hizo mejores jugadores. A mí me cambió de lateral a central. «Míster, si nunca he sido central». «Usted va a dar mucho al equipo como central», me respondía, con plena convicción. Era muy honesto, y por desgracia eso no es tan habitual.

¿Esa era la mejor virtud de Luis, la honestidad?

Le podía decir a cualquiera «me voy a meter con usted en el vestuario a darnos hostias» y ser espectacular en el plano personal. Cuando llegas y ves que le decía a Romario «Usted aquí es uno más», pensabas «Joder, que esto va en serio». Y se lo decía igualmente a Mijatovic, a Fernando. Para los que veníamos de clubes modestos sabíamos que iba a ser justo. Además aglutinaba toda la presión en torno al equipo. Luis era como un pararrayos.

¿Por qué no se ganó la Liga de 1996?

Quizá alguna jornada más. Llegamos con opciones a la última jornada. El trabajo en la segunda vuelta fue tremendo, recortamos una desventaja de 13 puntos. Eso te dice el grado de convicción que nos dio Luis. Sabíamos que íbamos a ganar cada partido, que Arroyo acabaría marcando aquel gol contra el Espanyol en la penúltima jornada.

¿Cómo influyó que Mijatovic anunciase su marcha?

No enrareció el ambiente en el vestuario. Se notó más de puertas para afuera, que uno de los mejores jugadores con los que he coincidido se fuera al máximo rival. Luis lo gestionó bien y Pedja no dejó de marcar goles.

Compartir el artículo

stats