Tiene un problema el Valencia para gestionar esos momentos en los que el viento le sopla a favor. Pasó contra el Barça, cuando no se supo gestionar el 2-1 a favor ni los minutos finales con contras favorables. Ayer en Balaídos se reprodujo la situación. Campeaba el 0-1 en el marcador y Balaídos se desesperaba, crispadísimo, con la actuación de Clos Gómez. Los jugadores locales parecían presos de la histeria desde que el colegiado aragonés „con un historial abundante en agravios contra los valencianistas„ no había decretado el claro penalti de Garay sobre Guidetti. Lejos de acunar toda esa desesperación a su favor, el Valencia dejó que el Celta, con más corazón que claridad de ideas, se le subiese a las barbas y empatase a dos minutos del final. Se echaba por tierra toda la laboriosa tarea de la primera parte.

El frío viento de la ría, una singular megafonía que mezcla heavy metal, «El Equipo A», cantos regionales y Gloria Gaynor, junto a docenas de gaviotas sobrevolando a corta altura el terreno de juego dan la bienvenida a Balaídos e instalan en el húmedo aire la advertencia de que el estadio del Celta es uno de los campos más particulares de la Liga. La apariencia desangelada de sus gradas abiertas no deben inducir a la confusión. Si no sales enchufado, el Celta se te lleva por delante. El Valencia captó el mensaje y salió con la voluntad de mandar, sobreviviendo a los resbalones por la humedad de un césped levantado al cuarto de hora y con Nani y Parejo marcando personalidad. El de Coslada, ayer capitán, se dedicaba a desmontar varios de los tópicos que le acompañan, el de futbolista frío y pasivo: corrió como el que más y puso la pierna como nadie. Con la calma acostumbrada pateó el penalti que dejaba la tarde en bandeja.

Las únicas desconexiones aparentes llegaban desde la banda derecha. Fede Cartabia negaba el primer toque y se perdía en su laberinto, y Cancelo palidecía con las ataduras defensivas del lateral. Fue Clos Gómez quien descarchó el ambiente de un estadio hasta ese momento dormido. Un caldo de cultivo crispado „ desde uno de los fondos se cantaba «Valencia es Cataluña»„ que los valencianistas no supieron aprovechar para, al menos, ganar la batalla psicológica del descanso.

El Celta, sin embargo, seguía lejos de serenar las pulsaciones. A poco que triangulase, se descosía la defensa local, afectada por las bajas. Nani por tres veces, Rodrigo, un rechace para Parejo, balones que se paseaban por el área grande... El hachazo, tal vez, dependía de un revulsivo en los cambios.

El partido pedía la frescura de Munir, pero lo cierto es que fue el Celta el que acabó replegando al Valencia hacia su área, al tiempo que el sol se escondía y bajaba la temperatura. El panorama pintaba desalentador y Guidetti, «SuperGuidetti» por estos pagos, el delantero sueco con ascendencia italo-brasileña y criado bajo el sol de Kenia, anotaba el 2-1 y eliminaba el último rastro de reacción del nuevo Valencia de Prandelli. Solo quedó tiempo para intentarlo con Santi Mina, abroncado en su regreso a casa. 10 puntos de 33. Winter is coming.