Únicamente el Liverpool ha ingresado más en concepto de traspasos, entre todas las ligas del mundo, que el Valencia en los últimos seis años. Desde 2010, el club de Mestalla ha acumulado 432 millones de euros en concepto de ventas. Un sexenio en el que, por instinto de supervivencia, los valencianistas han ido deshaciéndose de sus más preciados activos para evitar el colapso de la sociedad anónima. Un largo etcétera encabezado por David Villa (40 millones), David Silva (32 millones), Juan Mata (27 millones), Roberto Soldado (30 millones), Nicolás Otamendi (45 millones), Shkodran Mustafi (41 millones), André Gomes (35 millones más variables), Paco Alcácer (30 millones más 5 en variables)... Un potosí de ingresos sin precedentes en la historia blanquinegra ¿Cómo ha evolucionado el club desde la fecha? ¿Qué diferencias hay en el plano social y deportivo entre 2010 y 2016? ¿Ha valido la pena deshacerse de estrellas ahora repartidas entre Barcelona, Chelsea, Arsenal o Manchester City?

Con el ránking establecido por el observatorio suizo CIES Football, el Valencia habría generado por traspasos una cifra suficiente para invertir casi tres veces la cantidad necesaria para finalizar el nuevo estadio, cuyas obras continúan igual que en 2009, paradas y sin fecha para su reinicio. En el aspecto deportivo, el Valencia ha involucionado. En 2010 estaba consolidado como el tercer equipo de la Liga, con una participación regular en Liga de Campeones, codo a codo con un Sevilla pujante y con el Atlético a las puertas de vivir su actual etapa dorada con el Diego Simeone de técnico. En la actualidad, el Valencia está en un tercer escalón competitivo, alejado ya no solo de Barcelona y Madrid, sino también de Sevilla y Atlético. Además, clubes como Athletic, Villarreal o Celta, sin tantas aspiraciones, poseen una estructura y filosofía estable y consolidada. Mestalla ha perdido la fiabilidad y es un estadio imprevisible.

Estar en el último año más cerca del descenso que de la Liga de Campeones es un golpe no solo en el prestigio deportivo sino también en el apartado financiero, al no contar con la previsión de 40 millones anuales por competiciones deportivas. En 2010 los ingresos del club se situaban en 115 millones. Hoy, seis años después, la previsión no alcanza los 95 y la dependencia de los derechos de televisión es cada vez más acuciada, al representar dos tercios de los ingresos totales. El club ha pasado de ser un habitual en el top 20 de la auditoría anual de «Football Money League» de Deloitte a no aparecer ni entre las 40 entidades principales, por el auge financiero de la clase media de la Premier League. La deuda global de la entidad, pese a las ventas y la inyección financiera del cambio de propiedad, continúa en parámetros similares, en torno a los 350 millones de euros aunque con el atenuante de estar refinanciada con los bancos.

Durante varios años el Valencia compatibilizaba las grandes ventas con fichajes de menor gasto que no alteraban el rendimiento deportivo. Por menos de la mitad del dinero de Villa vinieron Soldado, Aduriz o Valdez. Con los 20 millones de Mathieu se fichó a Otamendi y Mustafi. El desfase ha coincidido con el cambio de propiedad, en el que pese a la inversión de más de 200 millones el equipo ha caído en picado deportivamente por la errónea planificación y se ha visto obligado a rescatar los grandes traspasos. Un motor del que no se puede seguir abusando por mucho tiempo ya que la plantilla se está quedando con menos jugadores codiciados. El penúltimo, Cancelo, suena con fuerza para el Barcelona.

En el tema social, la asistencia a Mestalla aparece estancada. Con 35.000 abonados, la cifra desciende a los niveles de 2010, cuando al desencanto por las ventas se unió el momento de mayor impacto de la crisis económica.