El Valencia se ha despedido de Mestalla hasta el año que viene con la tristeza con la que convive en los últimos meses, aliviada en el último suspiro por el talento del jovencito Carlos Soler. El canterano, en el campo durante gran parte del segundo tiempo, alegró al personal con la jugada del segundo gol, cuando el Leganés aún no había renunciado del todo a igualar la eliminatoria. Soler firmó un 2-1 que durante muchos minutos había sido un 1-1, reflejo de otro partido muy discreto del conjunto de Prandelli. El 1-3 sumado en Leganés en el encuentro de ida había salvado al Valencia de un segundo tiempo más controvertido. Durante mucho rato, había sido otra vez un equipo plano, gris, intermitente, incapaz de regalar a su afición un triunfo ante un rival de medio pelo. Para el libro de cuentas queda, sin embargo, el pase a los octavos de final de la Copa del Rey. La competición a la que se aferra el valencianismo para salvar la temporada y que se presenta como la única puerta posible para la Liga Europa.

No era una noche para los alardes, ante un rival limitado, con muchos suplentes y pocos atractivos que ofrecer, pero el Valencia aprovechó su última cita del año para brindar un triunfo a su afición antes del anunciado recambio de elementos en la plantilla.

El partido comenzó con muy mala puntería por parte del Valencia. De Rodrigo, en concreto, que en sólo 11 minutos había fallado tres ocasiones muy claras. Dos remates terminaron en el poste, ambos tras driblar al portero, y en el otro envió la pelota a la grada desde el área pequeña. Paradoja: que el Valencia generara cuatro ocasiones seguidas en tan poco tiempo era una buena noticia. Mestalla vive sumida en la tristeza y ni un rival de medio pelo ni una eliminatoria muy encarrilada anulan el valor de una victoria, por mucho que el club cotice a la baja.

Como buen italiano, Prandelli se sentó en el banquillo con intenciones conservadoras. Dejó a los canteranos convocados (Carlos Soler y Rafa Mir) en la suplencia „Lato se quedó finalmente en la grada„ y tampoco dio cancha a Gayà, una decisión esta última que incomoda a Mestalla. Con Parejo en la puerta de salida, los focos se dirigieron a Medrán, el futbolista que, de momento, debe asumir el mando en el centro del campo. Jugó un primer tiempo notable, con asistencia del gol a Rodrigo incluido. Casi todo el peligro del Valencia llegó por el centro. Ni Munir, en la derecha, ni Santi Mina, en la izquierda, ofrecieron del desequilibrio que se ha de esperar de dos interiores. También jugó Enzo Pérez. Y de capitán. Hay muchas incógnitas aún por resolver sobre quiénes seguirán y quiénes no.

Con ventaja en el marcador y la eliminatoria prácticamente sentenciada, Mestalla no pudo disfrutar de una plácida segunda parte. Machís, el pequeñito delantero del Leganés, anotó ante un dubitativo Jaume nada más reiniciarse el partido. Prandelli movió ficha. Dio entrada Carlos Soler por Enzo Pérez. Un aliciente para una grada que vive sumida en la tristeza. En la tristeza continuó inmersa Mestalla en una segunda parte gris, plana, tan sólo alterada por la frescura de Carlos Soler y las aproximaciones del Leganés al radio de acción de Santos y Mangalá. Dos acciones disparatadas de Cancelo „un chut a ninguna parte y un control de benjamín„ reflejaron el estado general del Valencia. Santos quedó retratado después. Machís, con un regate sutil, girando el cuerpo con dos toques sobre la línea de fondo, dejó al defensa brasileño mirando a la luna.

Todo quedó resuelto a dos minutos del final, cuando Carlos Soler recibió el balón en la zona de tres cuartos. Dejó atrás a tres futbolistas antes de chutar a puerta. El remate lo recogió Rodrigo, que pese a su mala puntería cerró el partido con dos goles.