­A José Luis Gayà parece que se lo ha tragado la tierra. El lateral de Pedreguer, uno de los puntales del equipo, tanto por calidad como por representatividad, al ser de los pocos valencianos que quedan en el primer equipo, sumó ayer un nuevo capítulo en el confirmado ostracismo al que lo ha relegado Cesare Prandelli. Ni en un encuentro como el de anoche, una eliminatoria de Copa encarrilada ante un rival de perfil bajo, como el Leganés, el técnico devolvió la titularidad a Gayà. Tras no ser utilizado en Anoeta, solo jugó los 13 últimos minutos.

De no estar ante un castigo no declarado públicamente, cuesta entender la ausencia prolongada de Gayà. Prandelli prefiere a cambio situar a Montoya a pierna cambiada, en una apuesta con consecuencias colaterales, al obligar a sacrificar a Cancelo como extremo, la demarcación donde el portugués en el más desequilibrante del equipo.

Gayà aguardaba esta temporada con impaciencia. Lastrado por las lesiones, fue uno de los futbolistas que más sufrió anímicamente por la tortuosa campaña pasada. Acortó las vacaciones, el pubis dejaba de incordiar y hasta había recuperado positividad mental con sus apariciones en la sub-21. Una esperanzadora evolución cortada en seco. Si bien se puede argumentar que muchos goles rivales llegaron por su flanco (responsabilidad extensible al desorden táctico), es una frivolidad prescindir de un jugador cuya trascendencia no es solo deportiva.

La situación del Valencia es tan inestable, que ni con un 3-1 favorable Prandelli quiso meter de inicio a una de las demandas populares, como la de Carlos Soler. Los tiempos de crisis invitan al atrevimiento y Mestalla ansía ver soluciones frescas, y más en un banco de pruebas como el de anoche. Por ese motivo la grada vitoreó su entrada en el campo en el 57 como una gran alegría. En apenas 5 minutos, Soler ya había filtrado dos pases y probado un chut de media distancia. Con templanza, reanimó una velada estancada desde el gol del empate del Leganés (otro partido sin la portería a cero). A falta de cinco minutos, Soler se marcó un eslalom fantástico que acabó en el segundo gol de Rodrigo. Faltó la guinda, que con tiempo cumplido Rodrigo le dejase lanzar un libre directo a Soler, un especialista en la materia. Paralelamente, se jugó otro partido en la grada. Mestalla silbó a la Curva Nord, que solo entonó cánticos en el tiempo de descanso. Además, se retiró una pancarta en una de las esquinas de la Grada Central, con el lema de «Lim, fuori».