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La silla vacía

La silla vacía

Un simple gesto, elocuente, precocinado, digno del más retorcido de los Corleone, ha vuelto a dejar con el pantalón por los tobillos al director deportivo de Meriton, Jesús Vicente García Pitarch. En cinco segundos de ficción bien estudiada que no hubiera firmado ni el mismísimo Roberto Benigni, el ya ex entrenador del Valencia, Cesare Prandelli, desnudó otra de las mentiras de Pitarch, coautor de la peor plantilla que ha pisado Mestalla en la modernidad.

El hombre que, en el colmo de las contradicciones públicas a las que nos ha acostumbrado en los últimos meses, es capaz de dimitir y quedarse en el club a la vez. Todo en un acto de abnegada responsabilidad. Y lo dice sin pestañear, el tío. Ni le suben ni las pulsaciones. Un profesional sin escrúpulos, como bien sabe todo el mundo en la Avenida de Suecia, genuflexo con la señora presidenta y sátrapa con los empleados del club, que lo negarán todo porque en ello les va el sueldo.

Pero para eso estamos aquí los integrantes del libro negro, los vetados, los bloqueados en el whatsapp oficialista. Para destapar las vergüenzas y disfunciones de una sociedad centenaria que va camino de la Segunda División por la torpeza de sus ejecutivos. Y, todo hay que decirlo, también para avisar ya hace semanas que a Prandelli se le podían «hinchar los fuoris» -literal- y marcharse de vuelta a Italia. Escrito y hecho. Informaciones de esas que Pitarch tilda de «malintencionadas» o «estúpidas» y que a los pocos días se confirman.

Deja de buscar al filtrador, Jesús Vicente. Porque no es uno, sino muchos. Son muchos los que están hartos de tu obsesiva caza de brujas, tus permanentes inseguridades y tus intromisiones en parcelas que no te corresponden con la aquiescencia de Lay Hoon. De la función que te atañe mejor no hablar. Cuartos por la cola con puntaje de descenso y otro entrenador para la trituradora. A este tampoco lo ha echado la prensa, por cierto. Y mucho menos Mestalla, como insinuaste de forma sibilina en una de tus últimas entrevistas tratando de salvar el trasero. De vuelta a la ficción prandelliana en el Hotel Melià, la traición final a la hora de abandonar el club no es más que el epílogo de una guerra civil larvada desde la primera toma de contacto en Singapur. Por mucho que ambos se declararan amor eterno el día de la presentación en sociedad del técnico, Jesús Vicente y Prandelli estaban condenados al enfrentamiento.

La primera opción del director deportivo de Meriton siempre fue Marcelino García Toral. Ya pueden vendernos el humo que quieran. Unos y otros. Cesare, por su parte, no entendía cómo estaba confeccionada la plantilla y desconfiaba al respecto de la capacidad de Pitarch. Por eso puso a trabajar a alguno de sus asistentes externos en la búsqueda de posibles refuerzos para el mercado de invierno al poco de aterrizar en Mestalla.

La negligente e irresponsable gestión de Peter Lim, máximo pero no único culpable de la decadencia del Valencia, ha convertido a uno de los grandes clubes de Europa en un sainete de Escalante, en un 13 Rue del Percebe cualquiera del que todo el planeta fútbol se deshueva. Solo queda esperar al siguiente capítulo. Tomen asiento, quedan sillas vacías.

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