Su padre Antonio, literalmente, me dijo que usted juega al fútbol «con dos cojones».

[Ríe]. No sé lo que te diría mi padre, pero soy un futbolista que pongo todas las ganas del mundo en el juego. Obviamente, puedo rendir más o menos, puedo acertar o equivocarme, pero las ganas y el compromiso han sido los factores que siempre me han caracterizado. Por este motivo, no veo el momento de empezar en serio aquí, de combatir, de trabajar y de sudar por este equipo que tanta confianza me ha dado.

Los aficionados le han visto jugar diez minutos contra el Villarreal. ¿Como jugador, más allá del temperamento, como se definiría?

Soy un jugador que, creo, doy mucho por el colectivo. Me comprometo al máximo para ayudar en el juego de equipo. Es algo que a veces va en detrimento de las estadísticas personales. Me he habituado a jugar así: me involucro, corro, me gusta el lío. Quizá si no me comportase así, con esa capacidad de trabajo, no podría ser futbolista. Esa forma de ver el fútbol para mí es importante de cara a ayudar al equipo.

Después de una experiencia no muy agradable en el extranjero, ¿la elección menos arriesgada no habría sido la de volver a la Serie A?

La verdad es que hubo la posibilidad de volver a Italia, de regresar a un campeonato que ya conocía, pero cuando he sabido y he empezado a entender que el Valencia me quería tanto y se había fijado tanto en mí, por un instante me hizo abrir los ojos. Y sí, ha sido una experiencia fea, la que he tenido en Inglaterra. Seguramente la mayor parte de las culpas son mías porque no he logrado adaptarme a su fútbol y a una vida diferente.

En su presentación hizo mención a elementos culturales en su decisión.

Yo me conozco y sé que para dar todo lo que tengo dentro tengo necesidad de estar bien mentalmente y vivir bien, sin preocupaciones. Y de lo poco que he visto estos días aquí en Valencia, es muy similar a Italia. Además del clima, que aquí es un poco más caluroso, también noto un estilo de vida parecido, se vive bien. Y luego está la afición... La vi desde la grada el día del Espanyol. Contra el Villarreal notamos mucho su aliento. Tenemos tifosi pasionales, se nota que están muy unidos a estos colores.

¿Ve aquí en Valencia una implicación mayor de los aficionados que en Italia, donde solo la Juventus llena su estadio?

En Italia, efectivamente, no en todas las partes se llenan estadios, a excepción de la Juve, que lo llena siempre. Es un problema que por distintos motivos está durando ya varios años en Italia. Contra el Espanyol el estadio estaba lleno. La atmósfera era preciosa. Personalmente, el Mestalla lo veo un poco como una «bolgia» [cada uno de los diez fosos que conforman el octavo círculo del «Infierno» de Dante]. Cuando los hinchas se hacen sentir, uff, se hacen sentir muchísimo. Es una grada muy vertical, una maravilla.

Han pasado muchos meses desde su último gol... ¿Cómo convive un delantero con la ansiedad de marcar?

No niego que para todo atacante, para mí personalmente, no hacer goles es algo muy feo. En estos cuatro meses en Londres, un poco por mi culpa, un poco por problemas físicos, un poco por las decisiones del club y por todo el lío que hubo, al final no jugué tanto. Jugué al final 8 o 9 partidos, ni siquiera enteros. No estaba bien ni mentalmente ni físicamente. Lo que más desearía ahora, en este momento, no es tanto hacer un gol. Antes prefiero sentirme a gusto, estar bien física y mentalmente. Aquí, poco a poco, me estoy dando cuenta de que vuelvo a ser aquel que era. Cuando me ponga a tono, me conozco y sé lo que podré hacer.

¿Qué le ha pedido Voro en estos primeros días?

He charlado con él. La verdad es que en el último mes han pasado muchas cosas en el Valencia: el discurso del club, de la sociedad... Voro fue el encargado, nada más llegar y también antes, de decirme que también él apostaba por mí, a pesar de todos los cambios. También él quería que yo viniese, como lo quiso Prandelli. Ambos sabemos que debo trabajar mucho a nivel físico para volver a sentirme bien. Me ha pedido la máxima involucración y eso, claro, lo va a tener siempre conmigo, es innegociable en mí.

No sé si es muy supersticioso, pero otros delanteros italianos como Lucarelli, Corradi, Di Vaio y Tavano no han estado más de un año aquí.

Me quedo con que Carboni estuvo diez años aquí. Depende de la persona, de cómo se encuentra en un lugar, de las circunstancias de una temporada. Puedo estar muy bien en un lugar, pero si no juego bien es normal que los aficionados que pidan explicaciones. Me encanta el estilo de vida, así que ya debo concentrarme solo en el fútbol, estar bien físicamente, ayudar al equipo a remontar posiciones para quedarnos en una plaza tranquila y hacer el máximo de goles posible. Mi auspicio, mi esperanza, es comenzar la temporada que viene un campeonato tranquilo, con una pretemporada, iniciando bien la preparación en un sitio en el que estoy bien y todo está en orden. Necesito esa tranquilidad.

Para entendernos: este es un doble desafío, porque tanto usted como el Valencia necesitan renacer.

Sí. Hemos ganado ahora dos partidos y nos hemos aliviado un poco. Tenemos que concienciarnos de la importancia que significa ganar el lunes. Ganar en Las Palmas verdaderamente sería un gran avance para el campeonato. En mi opinión, como ya dije incluso antes de entrenarme, el equipo es fuerte. Hay jugadores verdaderamente potentes. El problema, y no soy yo quién lo descubre, era solo mental, de bloqueo mental, de la presión de integrar un club muy grande, de los más grandes de España, y encontrarse en esa situación. Ahora la mentalidad es diferente, por lo que veo y me han contado. Desde el punto de vista personal, sí para mí esta experiencia también es una revancha. Quiero que se vea de nuevo mi mejor fútbol.

Con 25 años ya has jugado en diez equipos, tres países y en todas las categorías ¿Estos cambios le han hecho madurar más rápido que a otros jugadores de su edad?

Considerando que me fui de casa con 14 años, cuando me fichó el Atalanta, sí. Siento que he madurado rápido. Es normal, cuando un chiquillo se ve obligado a tomar decisiones, se va de casa. Dejé mi pueblo en el sur y me fui al norte, a Bérgamo. Me he movido por todo el país yendo cedido de un lado para otro. Sí creo que he crecido más rápido que la mayoría de futbolistas.

Usted debutó con 17 años en Primera y en Bérgamo le comparaban con Vieri. Pero luego conoció la realidad de la C1 [Segunda B italiana] ¿Tras el subidón de alcanzar la elite, qué aprendió jugando en los pequeños «comunali» de provincia y sus campos de tierra?

Con 17 años había debutado y tenía el cartel colgado de joven promesa. Pero la realidad es que estaba verde, no estaba preparado para jugar ya en Serie A. Con 19 años me vi cedido en un equipo de Serie B en el que no jugaba. Tenía 19 años, una edad definitoria, necesitaba jugar, en la categoría que fuese. Por eso jugué en Serie C1 [Segunda B] en un equipo que necesitaba mis goles para no bajar. He pasado por muchas categorías, he vivido en muchas ciudades, eso ha sido importante en mi carrera. He tenido cambios constantes. En el giro de dos años pasé de jugar en Serie B, con el Ascoli, donde marqué 18 goles pero acabamos bajando, a debutar en la selección. He tenido muchos cambios constantes en mi vida, pero los he afrontado de cara. La única mancha real ha sido la experiencia en Inglaterra, lo reconozco.

Bueno, de su paso por el West Ham también habrá aprendido.

De todo se aprende, claro. Pero no pude apañármelas. Aquí he venido con otra cabeza, con otra fuerza. Y como has dicho también he aprendido, por lo que espero que se den las situaciones para dar lo mejor de mí.

He leído que está muy ligado a la familia, a las raíces, a su pueblo de Policoro.

Vas creciendo y con el tiempo tienes otras prioridades, pero sí es cierto que estoy muy ligado a mi pueblo y a los míos. Y lo estaré por siempre. Tengo que pensar en mi futuro, en el de mi familia, son recorridos que todo hombre hace.

Nació en una región poco conocida, poco turística, en el sur, en la Basilicata. ¿Cómo es la vida en Policoro?

Es una vida muy sencilla, muy distinta a la del resto de lugares en los que he vivido. Vengo de un pequeño pueblo sureño y eso permanecerá siempre dentro de mí. Estoy muy orgulloso de ser parte de esa zona, de ser un exponente y un embajador de esa región, que por desgracia casi nadie conoce.

¿El penalti fallado en la Eurocopa se le ha quedado como una pesadilla, o ya es una historia finita para usted?

Ese penalti ha sido una pesadilla durante mucho tiempo. Es muy doloroso sufrir algo así. Ahora no puedo permitirme pensar más en ese lance. Tengo que ir hacia adelante. Chuto bien los penaltis, esa noche no lo hice bien. Debo olvidarme de ese penalti.

El fútbol da una revancha siempre. Pellegrino marcó un penalti decisivo contra el Celtic a los pocos meses de fallar el disparo crucial en la final de la Champions.

Sí, la habrá. Las cosas han ido así. Lo lamento sobre todo por mis compañeros, teníamos un grupo humano fantástico, éramos de verdad una familia en la selección. Ese penalti me hace daño todavía hoy. Pero ese recuerdo lo he convertido en una fuerza interior añadida. Antes me abatía, ahora lo he convertido en fuerza.