«Lo mismo te echo de menos, que te echaba de más...», cantaba años ha Kiko Veneno. Dani Parejo es culpable de los males del Valencia. Si juega, porque juega. Y si no lo hace, porque el equipo lo echa en falta. Tres cuartos de lo mismo sucede con Enzo Pérez. Cuando juega, su agresividad es cuestionada por la grada. Sus entradas rozan la tarjeta roja una y otra vez. Cuando el argentino no está en el once, al equipo le falta nervio y mordiente en el centro del campo. El Valencia es un equipo blandito. Sin rumbo ni brújula. La abultada derrota en Mestalla del pasado sábado ante el Eibar (0-4), es el mejor ejemplo de que las ausencias de Parejo (por sanción) y Enzo Pérez (por lesión) pesan demasiado.

El Valencia acusa la dependencia de sus dos capitanes. De Parejo y de Enzo Pérez. De los dos. Pese a que ambos futbolistas han estado en el punto de mira de la afición, siempre cuestionados por sus declaraciones tras un partido o sus salidas nocturnas, y que el club quiso venderlos en el pasado mercado de invierno debido a que personificaban la mala trayectoria del equipo esta temporada, su concurso se antoja como fundamental para salvar a un equipo endeble y que aún sigue mirando de reojo el descenso de categoría como es el de Voro.

De hecho, la primera medida que Voro tomó al hacerse cargo del equipo por segunda vez esta temporada, tras la renuncia de Cesare Prandelli al banquillo el pasado 30 de diciembre, no fue la de solicitar fichajes en el mercado de invierno, sino comunicar a la dirección deportiva interina, en concreto a José Ramón Alesanco, que tanto Parejo como Enzo Pérez eran importantes en el equipo y que no quería desprenderse de ninguno de ellos.

Voro recuperó anímicamente a Parejo y Enzo Pérez, y trató de sacarles el máximo partido consciente de las limitaciones de la plantilla. Mario Suárez lleva una caraja importante, Medrán sigue sin despegar mientras que Carlos Soler, pese a su explosiva irrupción, todavía no está para asumir galones en el equipo y liderar el vestuario.

Es decir, que con un centro del campo justito en cuanto a número y resultados ofrecidos, el entrenador valenciano era consciente de la necesidad de tener enchufados a los dos capitanes. De hecho, desde que Voro asumió el reto de volver a coger las riendas del equipo, el rendimiento de Parejo y de Enzo fue más que aceptable hasta que el sábado se perdieron la cita contra el Eibar y el Valencia los echó en falta.

Nani sabe qué hacer con el balón

Algo parecido sucede con Nani. El portugués siempre sabe qué hacer cuando le llega la pelota. El factor desequilibrante de tres cuartos de campo hacia delante. Sin Nani en el campo, como sucedió ante el Eibar, las acciones ofensivas del equipo se limitaron a balones en largo para Zaza. Ante el Eibar, nadie supo qué hacer con el balón.

Ese fútbol directo, arcaico y simple de ejecución, fue llevado a cabo por los centrales —Garay y Mangala—, que no destacan precisamente por ser unos virtuosistas del balón. Además, Zaza todavía no está en forma. Al italiano le falta coger ritmo, tras no haber disputado encuentros de competición con regularidad desde hace meses. Garay, por cierto, se pierde el partido del sábado ante el Betis en Sevilla por sanción.