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Entrevista

Paquito: "A Iribar le metí un gol de tacón desde fuera del área"

Francisco García, Paquito, asturiano que mañana cumple 79 años, jugó 10 cursos en el Valencia y uno, antes de retirarse, en el Mestalla (1973)

Paquito: "A Iribar le metí un gol de tacón desde fuera del área"

«Salí de una concentración y me metí en otra». Paquito bromea con su mujer, Toñi, sobre el día que, acabada la Eurocopa del 64 conquistada por España, se marchó al hotel Pelayo para casarse con ella en la basílica de Covadonga (fue 9 veces internacional). «Ella es una maravilla. No me la merezco», dice Paquito, aprovechando que Toñi ha salido, sobre la mujer con la que ha compartido 52 años de vida en la ciudad de Valencia. En ese piso de la calle Lluís Oliag comparten trofeos (una pequeña Copa de esa Eurocopa del 64), decenas de libros de fútbol y una foto de Paquito con Cantinflas de una gira del Valencia por México («Yo era el único con cámara de fotos», sonríe).

¿Cuál fue el gol de su vida?

A Iribar le metí un gol desde fuera del área de tacón. Guillot tira a gol, le sale mal por un bache y me viene a mí, en el semicírculo. Le pegué un leñazo e Iribar está buscándola todavía. Se quedó en el primer poste y se fue al segundo. Desde fuera del área. Salió el taconazo como una bala. Cuando veo a Iribar se lo recuerdo (era el 2 de julio de 1967, en el Bernabéu, ante 100.000 espectadores, y el Valencia ganó la Copa del Generalísimo al Athletic por 2-1).

¿Cómo era el fútbol de los 60?

El fútbol es bonito siempre. El primer recuerdo es el balón, el regalo de reyes que esperaba. Mis padres tenían un restaurante y una pensión donde pasaban figuras del Oviedo: Lángara, Alsúa, Herrerita, Emilín, Goyín... de todos ellos aprendía, aunque fuera un saque de banda. Yo tenía una parte de la familia que jugó en el Gijón (los Quini) y otra en el Oviedo. Del bar de mi casa salía un autobús a ver el Sporting y también al Oviedo. Empecé a jugar en el Oviedo con Pasarín. Debuté contra el Athletic de Mauri y Maguregui, una línea media buenísima. El primero corría mucho; el segundo tenía mucha categoría.

Maguregui se hizo famoso después como entrenador por el autobús que ponía en su defensa.

Sí (risas). Maguregui fue el primer futbolista que se hizo botas a medida en Barcelona. Fui a ese zapatero y me dio unas botas que Maguregui no había ido a recoger, mis primeras botas buenas.

¿Cuándo vino al Valencia?

Vinimos Sánchez Lage, un argentino, y yo. A Lage lo veía como el segundo Di Stéfano. Jugué la final de la Copa de Ferias (62-63) quitándole el sitio a un hombre de categoría: Roberto Gil. (El VCF ganó al Dinamo de Zagreb 1-2 y 2-0). Al año siguiente vino Pasieguito de entrenador.

¿Cuántos años en Valencia?

Llevamos aquí 54 años. Entrenábamos en Mestalla y estuve con Di Stéfano como compañero en la selección y después fue mi entrenador en el Valencia, un jugadorazo.

¿Y como entrenador?

Tenía un genio que debías tener cuidado. Era muy especial. Si le dabas los buenos días, había que ir con cuidado. Puskas era más cariñoso. El primer año a mí me trató muy bien; en segundo no tanto.

¿Usted era un jugador muy técnico?

Me gustaba manejar el balón. Me acusaban de lento. Todo lo que quieran, pero había que jugar la pelota. Lo principal es jugar bien la pelota y engañar al rival. Si además tienes velocidad como Claramunt, no te coge nadie. Me gustaba mucho Segarra, del Barça.

¿Se puede ser un gran jugador siendo lento?

Claro que sí. Lo más importante es el manejo de la pelota con los compañeros.

¿El regate del melocotón lo aprendió de Salaberry?

Era un uruguayo del Oviedo. Y el primer día que hice ese movimiento en el Valencia, Poli dijo: ¡Mira lo que ha hecho, el melocotón´. Dejaba al tío atrás, a pesar deque yo era más lento que otros. Salaberry lo hacía de espaldas; yo aprendí a hacerlo de frente. Una gozada.

¿Y cómo era? (Paquito se levanta y lo escenifica)

Este gesto con la derecha para fuera sin tocar el balón, hacia el exterior, y salía con el balón hacia dentro. Lo hacía con facilidad. Un engaño como muchos.

Decía Del Bosque que antes se regateaba mucho más.

Sobre todo los extremos, por velocidad o por calidad. En mi debú contra el Athletic jugaban Panizo (elegancia), Gainza, Iriondo, Venancio, Zarra (remate). Y decías: ´Son distintos, coño´. Había goleadas tremendas como las del Madrid con Puskas, Di Stéfano, Gento...

¿Qué supuso fichar por el VCF?

Con el Oviedo fuimos terceros en liga, pero el Valencia me dio una categoría enorme. Lo primero fue jugar la Copa de Ferias. De niño, yo admiraba mucho a los centrocampistas Pasieguito y a Puchades. Después, dos laterales impresionantes: Piqué y Mestre. Fuertes era potente y Buqué, más fino. Iba con mi padre a Gijón cuando jugaba el Valencia: Pasieguito, Puchades, Asensi Juan Ramón, Eizaguirre... los iba pegando en los álbumes. Jugadores de película. Puchades era corazón y juego también. Hacía una raya. El Mundial de Brasil 50, lo escuchamos en la radio.

¿Qué le ha gustado más: jugar o entrenar?

Jugar, coño, eso lo llevas en la sangre. Lo ideal era jugar; cuando ya no pude, me puse a entrenar y, como tercera opción, director deportivo, lo que menos me gustaba.

Ha entrenado a 18 equipos.

Ser entrenador es lo más difícil del fútbol. Porque debes tratar a un grupo de 25 personas y los que no juegan pueden estar más enfadados que la leche. El entrenador debe tener mucha sabiduría.

¿Les contaba cuentos a los jugadores?

Sí, cuando estaba en el Rayo. En vez de darles charlas antes del entrenamiento, les contaba un cuento («La oración de la rana», de Anthony de Mello). Y, según la reacción, los iba conociendo. A mí me costaba un huevo contarlos, pero me encantaba. Los jugadores podrían cansarse y puede que ahora se pregunten: ´¿Y el chalao aquel que nos contaba los cuentos, qué?´. En aquella época, en el Rayo, estaban los Ruiz Mateo.

¿Fernando Roig lo contrató para el Villarreal porque lo admiraba de su época de jugador?

Sí, cuando encuentras a una persona que te aprecia así, tienes que trabajar por 10. Empezamos cuando el Villarreal estaba todavía más abajo de Segunda. Se consiguió ascender y fue bien. Hice un poco de todo. Me encantaba meterme en líos. El balón había que manejarlo bien, por parte del jugador y por parte del entrenador.

¿Cuándo dejó el Villarreal?

Marché y adiós. Cuando más rápido pases página, mejor.

Si ve correr un balón...

La mirada me va detrás, a ver quién le pega. Mira ´ese lo trata bien y ese no, le dio un punterazo´.

Si juega el Valencia contra el Villarreal, ¿quién quiere que gane?

Que ganen los dos.

¿La mejor persona que conoció en el fútbol?

Ansola: todo lo que tenía de garra por el balón, lo tenía de bruto y de bueno.

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