De ensalzar a pisotear. De aplaudir a silbar. El fútbol a veces es tan cruel que ni las hazañas ayudan a ralentizar los fracasos. En solo nueve meses, Claudio Ranieri ha pasado de tocar la gloria a ser destituido como un villano. Pero, y ahí la sorpresa, más allá del descontento de la afición del Leicester, son sus colegas de profesión los que están saliendo a la palestra para recriminar a Vichai Srivaddhanaprabha la decisión tomada con el extécnico del Valencia. El presi parece que de paciencia no anda muy sobrado. Como todos. Las cariñosas palabras de Mourinho y Klopp, por ejemplo, así lo evidencian. A muchos kilómetros de Leicester, en Valencia, ocurre algo similar. A Voro González, al que Ernesto Valverde tras perder en Mestalla ensalzó como «el mayor activo que tiene el Valencia», le cuesta rebañar elogios de sus jefes cuando los números hablan por sí solos. En los ocho partidos que ha dirigido el de l´Alcudia, ya se han sumado más del doble de puntos de los que se acumularon con Prandelli. Pero, ¿quién le debe dar la palmadita?, ¿el técnico del equipo contrario? Peter Lim, contra el que estos días carga Amadeo Salvo, ni está ni se le espera. Y, visto que no viajó a Valencia para ver a su equipo contra el de su amigo Cristiano Ronaldo, ese mismo que ahora se quiere llevar al canterano Kangin Lee, todo indica que la temporada se la pasará en blanco. ¿O irá al Camp Nou el día de San José para ver el Barcelona-Valencia en plena cremà de las fallas infantiles? Lo de la Liga y Tebas ya no tiene justificación. ¿O es que no sabe lo que se cuece en Valencia a esas horas?
