La vida para el castigado aficionado valencianista podría ser la reedición de un Valencia-Leganés. Una garantía de felicidad, de tres puntos y portería a cero. La añorada normalidad, entre tanto disgusto. Un partido que va adquiriendo cuerpo de género propio. Este invierno ya se ha asistido a tres entregas. Siempre entre semana, de noche, en un ambiente más bien desangelado. Podría parecer una novela rusa, con densas descripciones de estepas áridas donde apenas suceden cosas, de no ser porque se ha convertido en una especie de comodín, de refugio con leña y víveres, para abrigar las penas blanquinegras. Los pepineros son un rival amable para el Valencia más irregular. Anoche, por cuarta vez, se repitió victoria.

Una semana después de esa atmósfera mágica en la que se llegó a levitar contra el Real Madrid, Mestalla asistía a una cita mucho más mundana. A pesar del horario, tardío para las familias, y de la menor entidad del rival, el estadio registró una entrada aseada. Pero no había motivo para el aburrimiento. El Leganés, contagiado de esa alegría propia de los equipos ascendidos por primera vez, que hacen de cada partido una fiesta, salió a navegar a mar abierto, en campo valencianista, alentado por su animosa hinchada.

Esa actitud vitalista convierte a los de Garitano en un equipo que juega y deja jugar. Lo iría aprovechando con el paso de los minutos un Valencia con actores novedosos.

Uno de ellos sería Bakkali. Hablemos del extraño caso de Zakaria. Tiene desborde, regate, una inspiración distinta, de la que agrada a la grada. También ha tenido cinco entrenadores en año y medio. Y ninguno de ellos lo ha visto titular. Hasta anoche acumulaba 282 minutos, repartidos en 15 partidos, uno solo de titular, en aquella vuelta copera sin historia de Vigo. La leyenda extendida dice que el extremo belga un futbolista de fondo físico limitado, de segundas partes, de pequeños sorbos concentrados, como un café napolitano.

Ayer, solo en la primera parte, provocó una tarjeta y media a Marín (Vicandi Garrido perdonó la segunda) y gozó de una clara ocasión en la que cruzó demasiado la pelota. Como su excelente amigo Munir, Bakkali es un futbolista que más que aparecer, irrumpe. No es el especialista en el último pase como los ausentes Nani o Orellana. Hasta que Parejo, que va sobrado, y Soler entraron en calor, el Valencia atacaba en oleadas, con la insistencia innata de Zaza. Después de otra falta exquisitamente lanzada por Parejo, bien contestada por Herrerín, llegó el gol. Una acción de acoso y derribo. Mangala, jugador de pocas sutilezas, que había mandado un par de cesiones imprudentes a Alves, se abrió paso entre rechaces hasta marcar.

El Valencia merodeó el segundo gol durante toda la segunda mitad. Había actividad por el centro, por las bandas, donde Gayà cumplía 100 partidos. Soler, en el minuto 50, se marcó una escapada como la de su debut en Mestalla, precisamente ante el Leganés. Llegó al área agarrado, pero las ganas de marcar del Chino era tan grandes que no quiso forzar la caída. Herrerín salvó el desequilibrado remate. El meta vasco volvió a intervenir en el 71, para desviar un chut desde la frontal, otra vez de Soler. Zaza entraba como un tren de mercancías a los remates. El Leganés, sin la pelota, llegaba tarde a los duelos y se produjeron varias faltas susceptibles de tarjeta. El gol tranquilizador no llegaba y Vicandi no vio unas manos. Fue la roja al visitante Alberto después de la enésima patada a destiempo la que confirmaría que los tres puntos se quedaban en casa. En un Mestalla que vuelve a ser una plaza segura desde la que volver a reconocerse y retomar el camino.

Sin manifestación contra Lim

Anoche, por primera vez en semanas, no hubo concentración de aficionados contra Lim a las puertas de Mestalla. Como si se hubiese encajado el nombramiento definitivo de José Ramón Alesanco como director deportivo como una señal de que Peter Lim no retrocede. Y si lo hace es, en todo caso, para atrincherarse todavía más en su lujoso búnker, esperando la idea de que el fútbol se limite a eso, a ser un eterno Valencia-Leganés.