El valencianismo y Joâo Cancelo volverán a verse las caras en tres días. Con el recuerdo cercano de la bronca que Mestalla le dedicó al lateral portugués tras el gesto de mandarla callar en el tercer tanto contra el Deportivo, todo apunta a que el futbolista, de 22 años, será titular el jueves contra el Celta de Vigo, partido en el que el Valencia comparece como local. Una carambola de circunstancias (dos partidos en casa con jornada intersemanal, la sanción de Montoya, la lesión de Gayà...), deja al técnico, Voro González, sin más opción que alinearle y afrontar la reacción soberana del público.

El club asume que la reacción de Cancelo fue grave y equivocada, pero intenta dar normalidad a la situación y no se tomarán medidas internas. Primero por la disculpa, por triplicado, del internacional luso, que no llegó con preguntas abiertas a los medios, pero sí ante la televisión con los derechos del partido, los medios oficiales del club y su cuenta personal en redes sociales.

«No son los valores con los que me han criado», ha confesado el jugador a gente del club. Por otro lado, se entiende que el futbolista probablemente jugará y su obligación profesional será la de asumir el peaje de la respuesta de la grada.

De puertas hacia adentro, la polémica ha cicatrizado. Los compañeros de Cancelo, los mismos que le advirtieron sobre el terreno de juego de la pasada de frenada de su gesto, se han mostrado comprensivos en las horas posteriores a la polémica y creen que el episodio empezó con el error de Cancelo y debería acabar con la pitada justificada con la que replicó la grada.

El vestuario y el cuerpo técnico tienen una buena consideración de Cancelo, que manifiesta un carácter introvertido, demasiado reservado, y que se ha visto acompañado de un rendimiento irregular que no va acorde con su proyección como futbolista y el precio pagado por su fichaje.

Al injustificable «calentón» contribuyeron varias causas. Sobre todo el mar de fondo de una relación viciada con la grada, también el descontento personal con sus propias actuaciones y un momento anímico bajo. Ese cóctel, con el contexto irritable de dos temporadas de caída libre, desencadenó la tormenta.

Polémicas con ilustres

El estallido de furia equivocada y con las pulsaciones disparadas de Cancelo no es inédito. A lo largo de los años se han producido desencuentros similares entre la grada y los futbolistas, algunos de ellos muy representativos. Los aficionados recuerdan los enfados que el centrocampista Ángel Castellanos exteriorizaba en los años 80, cuando un sector de Mestalla le recriminaba su juego, catalogado de lento: «¿Qué coño queréis?», se quejaba el futbolista.

En la temporada 77-78, un joven Ricardo Arias dedicó un feo gesto a la grada después de marcar un gol desde medio campo contra el Sevilla y haber soportado las críticas de los hinchas hasta ese instante. «De esas cosas se aprende. Yo también tenía 21 años como Cancelo y me sirvió para no volver a hacerlo. En el campo se está con tensión y muchas veces no reconocía mis reacciones ante rivales e incluso compañeros. Lo importante es que cuando un jugador se vaya hable bien del club», relató Arias.

Otro valencianista de pedigrí, Fernando Gómez Colomer, se vio envuelto en un caso similar en la temporada 92-93. En un temporada torcida por la eliminación europea contra el Nápoles (1-5 en Mestalla), el 17 de enero, el Valencia fue abroncado contra el Cádiz, pese a ganar por 5-0. Al marcar el segundo gol del equipo de Hiddink, Fernando no puedo reprimir gritar un «os jodéis» captado por las cámaras. El capitán pidió disculpas a la afición y afirmó que actuó «inconscientemente y en un momento de tensión».