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Cheque en blanco

Cheque en blanco

El estallido futbolístico de Carlos Soler ha generado en los cuarteles generales de Paterna una de esas situaciones que exige una respuesta a la altura de las circunstancias de cualquier dirección deportiva que se precie. Cuando acabe la temporada, como informaba Radio Valencia Cadena SER la pasada semana, Alesanco ya ha convocado a los agentes del jugador para analizar una posible modificación contractual. Sería la segunda en apenas seis meses. En enero, el club de Mestalla ya activó una opción unilateral por la que mejoraba su ficha -que actualmente está en torno a los 500.000 euros brutos- y aumentaba su cláusula de rescisión, fijándola en 30 millones. Con contrato en vigor hasta junio de 2020, el mediocentro formado en La Fábrica ya es uno de los targets obligatorios de la mayoría de grandes transatlánticos del fútbol europeo. El pasado jueves, tras la obra de arte que selló el triunfo ante el Celta, en el entorno RFEF ya había quien se preguntaba en qué momento sería oportuno darle entrada en la absoluta junto a Marcos Llorente, la otra gran sensación de esta Liga en el puente de mando del Deportivo Alavés.

Con un importe de cláusula relativamente bajo, el Valencia acierta programando una reunión con la agencia de representación del futbolista el próximo mes. No tendría sentido esperar a que se abra el mercado veraniego de fichajes. Los detalles son muy importantes, sobre todo teniendo en cuenta los meses que la renovación del centrocampista estuvo paralizada en un cajón del despacho de José Ramón Alesanco. Cada partido que pasa, Carlos Soler mejora sus prestaciones. Ayer, en Granada, fue de nuevo el líder en la sala de máquinas. Con mayúsculas. Generando juego por dentro, probando a Ochoa desde la media distancia, apareciendo en banda para filtrar pases como el que facilitó el 0-3 a Santi Mina, descargando de responsabilidad el juego creativo de Dani Parejo, atreviéndose incluso a ordenar en el verde a jugadores con muchos años más de experiencia en la élite. No sería descabellado que cualquier equipo de la Premier -otro planeta a nivel económico- se planteara hoy mismo la idoneidad de abonar de su cláusula. Si mantiene la progresión ascendente, 30 millones es una cifra irrisoria. Doblarla, como poco, sería lo aconsejable. Ello supondrá, cumpliendo con uno de los mandamientos sagrados del fútbol, un aumento proporcional de la ficha de Carlos. Aumento que se ha ganado, que el Valencia tiene que acometer sin complejos€ y sin mirar el DNI.

Los que también se han ganado cierto grado de reconocimiento son dos de los artífices de su irrupción en el primer equipo. Hoy es el día de escribirlo. Porque, con sus errores de sobra analizados, fue Jesús Vicente García Pitarch el que, tirando de galones como director deportivo, tramitó el anterior contrato de Carlos Soler cuando el director de La Academia no lo veía tan claro como ahora. Porque, cuando la distancia con el descenso no era precisamente de 17 puntos, fue Voro quien se atrevió con un futbolista de cantera que no había probado la Primera División. Seguro que ambos también firmarían un cheque en blanco para que la última perla que ha generado Paterna nunca tenga el deseo de abandonar el equipo de su corazón.

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