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Sentir el ferro

Sentir el ferro

Metidos de lleno en la misión de reconstruir un club de fútbol que no hace tanto reinaba en Europa, Mateu Alemany, Alesanco y compañía recibieron el pasado sábado un input gigantesco para entender por dónde debe comenzar el proyecto que se viene. En plena avalancha blanca y el Bernabéu rugiente, con Gil Manzano a favor de obra, dos jugadores del Valencia comandaron la guerra de guerrillas para presionar al colegiado ante tanta faltita absurda, tanto penalti riguroso y tanta diferencia en el rasero para el reparto de tarjetas. Como ya hicieron Albelda, Carboni o Ayala en los tiempos del ushiro nage, ambos tuvieron redaños para enseñar colmillo y no empequeñecerse en un estadio habituado a devorar estrellas superadas por la presión.

Ninguno de ellos llevaba el brazalete con la senyera presionándole el bíceps. Ninguno de ellos tiene, todavía, una ficha prohibitiva. A ninguno de ellos les ha terminado de salir la barba. Pero Carlos Soler y Lato, Lato y Carlos Soler tuvieron amor propio, personalidad y agallas para plantar la bandera ante Sergio Ramos, Cristiano y todo el tronismo reinante en Chamartín. En valencià es diu sentir el ferro. Desconozco la traducción al portugués, pero quédense con que la actitud de los canteranos supone la completa antítesis al papelito de Nani. No es la primera vez que, con el partido perdido, sale luciendo abdominales como si el Valencia estuviera goleando. Debe ser que la capoeira le confunde. Y eso es justo lo que no necesita la plantilla de la próxima temporada, jugadores confundidos. El que no asimile que Mestalla es sinónimo de exigencia, sacrificio y tenga como único objetivo clasificar a la SAD para la Champions League, cartel de transferible y con la música a otra parte. En mi equipo para el próximo año nunca estaría Nani. Si quiere dedicarse a pasear el palmíto que se busque una Miss Daisy.

No se trata de hacer apología de la terreta ni demagogia de ese pelaje. Hablamos de dos futbolistas preparados para pertenecer a la primera plantilla del Valencia. Proceden de La Fábrica de Paterna como podrían haber llegado a prueba de cualquier otro lugar. Pero, en este caso, son de aquí, han mamado y sienten el Valencia. Y, lo que es fundamental, evidencian nivel más que sobrado para jugar en Primera. De Carlos está casi todo dicho. Puede estar más o menos acertado con balón, pero nunca se esconde. Crece con el paso de las semanas y lo seguirá haciendo mientras el entrenador de turno no le haga desenvolverse fuera de sitio. Luce en cualquiera de las posiciones del trivote aunque, por su capacidad para interpretar la llegada de segunda línea, puede marcar época jugando cerca del área contraria. Lato era hace unas semanas un melón por abrir. Su actuación ante el Real Madrid certifica por completo las primeras impresiones en encuentros anteriores contra Celta de Vigo o Granada. Tiene aplomo para encontrar siempre un pase por dentro y evitar el balón largo, es disciplinado tácticamente e interpreta bien los tiempos para incorporarse a campo contrario. Puede mejorar a nivel defensivo y lo hará a medida que entrene con el primer equipo y, sobre todo, jugando. Debe ser la competencia de Gayà en el carril del 3 para la temporada que viene. Hay laterales zurdos en casa para una década.

Ellos, junto a Carlos Soler, deben ser intocables. Y el entrenador que venga debe entender que los tres son fundamentales para el proyecto de reconstrucción del Valencia. Sin mirar el DNI, obviando los años de experiencia. Son muy buenos, están preparados para el reto que supone enamorar a Mestalla y, muy importante, sienten el hierro. Que nadie piense en hacer caja con ellos.

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