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Martí

El Talese de l'Albufera

El periodismo nunca será espectáculo por mucho que se empeñen algunos. Aunque es un oficio espectacular porque permite contar a todo el mundo hechos excepcionales vividos. José Vicente Aleixandre no estaba cómodo con el tiempo actual de la profesión, donde prima más el postureo y el marketing que la esencia de contar las cosas con muy buena letra. En estos tiempos revueltos andan muchos periodistas más pendientes del teléfono móvil que de un buen manual de gramática y de un diccionario de sinónimos. JV Aleixandre tenía miles de seguidores en Levante-EMV, donde sus Apuntes era esenciales para entender qué pasaba en el Valencia CF y por extensión en el mundo.

La recopilación de sus artículos en el libro «La inteligencia a sus pies» (IAM) demuestra que Aleixandre fue el padre del nuevo periodismo valenciano. Un escritor de periódicos, un articulista tremendo, que con la excusa del VCF fue capaz de dar sopapos literarios de primera división con la categoría y la clase de su admirado Di Stéfano.

Daba igual que fueran presidentes, entrenadores, jugadores, directivos, alcaldes, empresarios o periodistas, incluso de su misma redacción. El gremialismo es una infección perversa, igual que la adulación.

Desde estas páginas fue capaz de poner patas arriba una institución como el Valencia CF sin que nadie discutiera su valencianismo. Detestaba el forofismo actual con el que se informa del club de Mestalla, un hecho que está desembocando en el peor favor que se le puede hacer a la entidad blanquinegra. «En definitiva, este que pifió el domingo también es el Valencia que nos han edificado Lim, Salvo, Rufete, Mendes? con el beneplácito de toda serie de corifeos, que, a la hora de opinar, han de colgarse del cuello un babero para contener la segregación salivar que se les acumula en la boca, con solo mentar los nombres antedichos. Mejor dicho: más que un babero infantil, un roquete clerical es lo que necesitan esta gente. Tal es el torrente de babas que se les desparraman, pechera abajo, al enjuiciar el VCF». Escribió el 12 de noviembre de 2014, en una de sus últimas columnas, augurando el VCF (como le gustaba escribir) que venía.

Siempre defendió el club por encima de protagonistas temporales y pese a su bombardeo literario tejió grandes complicidades con directivos a los que previamente había desnudado. Con gran habilidad para reconocer a los cantamañanas, la única condición era alejar el intento de engaño. Por eso eran pocos los elegidos a sentarse en su mesa. Pasada esa oportunidad de penitencia, era inapelable con los reincidentes.

Por encima de aquellos últimos días, para él y para el VCF auténtico, donde fue difícil contar la verdad ante el carrusel de baberos, queda la gran literatura que Emili Piera ha recuperado. Dos grandes articulistas de Levante-EMV abren la colección de Papers de Premsa de la Institució Alfons el Magnànim que se presenta hoy en la Fira del Llibre. Como dice Piera, pobre de ti si le entrabas mal a Aleixandre. Da igual, incluso la última barrabasada del perrito faldero que se atrevió a ensuciar su intachable currículum. Como remata Emili Piera en la introducción del libro: «Con una sabiduria intuitiva comprendió, cabalmente, que el secreto de cierta felicidad, incluida la felicidad del estilo, consiste en no aprovecharse del todo, en malograrse hasta cierto punto mientras se ve pasar la vida, la gozas, la sufres o te ríes -o todo eso a la vez- y luego te sientas y lo cuentas».

Con José Vicente Aleixandre desapareció el genuino oficio que tantas glorias dio al lector valencianista, o no. Con este libro, nos queda la oportunidad de recordarlo para intentar imitarlo. Aún estamos a tiempo.

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