Sediento de alegrías, el Valencia se regaló un festín de goles en Mestalla contra Osasuna, tras un partido entretenido y relajado, muy indicativo de la ausencia de objetivos de los dos conjuntos. El equipo de Voro González se sintió liberado para ganar y dibujar momentos de buen fútbol. El defensa Ezequiel Garay sentenció el encuentro con dos goles en la primera mitad, dedicados a su futura paternidad, y Simone Zaza, que sigue aumentando sus buenos registros y suma ya seis tantos, y Rodrigo Moreno, de feliz regreso tras su larga lesión, cerraron la goleada.

El partido se jugó bajo una textura muy veraniega. Por la soleada temperatura, pero también por la actitud deshinibida de los dos equipos, casi propia de un bolo de pretemporada, en el que no hay miedo a perder puntos. Los valencianistas perdidos en tierra de nadie y los rojillos ya descendidos a Segunda. Esa falta de tensión originó un partido atractivo, con mucha ida y vuelta.

Los visitantes contaron con una clara ocasión de gol, por mediación de Sergio León. El resto fueron llegadas constantes de los blanquinegros, con mucha facilidad para desbordar por los extremos. Cancelo, muy implicado desde su incidente con la grada ante el Deportivo, estuvo muy participativo, pero erró en las decisiones, tanto en el último pase como en el disparo final. Soler llegaba a tres cuartos, pero sin un chut fácil. Escocido por las críticas a su placentera actitud en el Bernabéu, Nani tocó mucho balón. Acostumbrado a buscar la asistencia a un compañero, esta vez insistió más en el recorte para disparar, una y otra vez.

Sirigu mantenía con vida a Osasuna con varias intervenciones, algunas de bastante mérito, como una mano cambiada a disparo de Parejo, con una fiabilidad en las faltas que cuesta encontrar en cualquier club. Sería en el 22, en el rechace de un saque de esquina, cuando Nani asistió a Garay, que marcó a placer en el segundo palo. El defensa argentino lo celebró colocándose el balón debajo de la camiseta, por su futura paternidad.

Mucho más relajado, el Valencia continuó insistiendo para buscar el segundo, con Zaza entrando de forma impetuosa y tumbando a su par en el intento de remates. El delantero italiano entró un par de veces por la derecha y, sin poder acomodar el remate en su pierna buena, eligió dar asistencias. En la segunda, entregó el segundo a Garay, de nuevo en posición de remate. 2-0 e idéntica dedicatoria.

El Valencia mantuvo sin dificultades el control del partido en la segunda mitad, aunque sí pudo haber evitado algunas tarjetas prescindibles. Osasuna sacó su proverbial orgullo guerrero en un remate de cabeza de Vujadinovic que se marchó rozando el larguero. Jaume, la gran novedad en el once de Voro, sacó reflejos a un disparo a quemarropa de Sergio León.

Gayà avisó de la proximidad del tercer tanto con un voléon, sin dejarla caer, con la zurda, que se estrelló en el poste. En el minuto 62 el público, con una actitud festiva, se puso a animar de forma muy activa al Valencia, que redobló sus ataques. Rodrigo salió del banquillo y le dio al equipo el punto de clarividencia necesario para cerrar el partido en goleada. El atacante hispano-brasileño, en conexión con Nani, entregó el tercero a Zaza. El exjuventino lo celebró con su sobriedad habitual ("no soy de los que se pone a correr como un loco, no va conmigo"). Seis goles tras venir de media temporada inédito en Inglaterra. Simone no es solo, como sus contrarios apuntan, furia desbordada.

Con 25 minutos por delante, Osasuna bajó los brazos y el Valencia, necesitado de una tarde alegre, se fue a por el cuarto, que vino con el rebote afortunado que dejó el gol hecho a Rodrigo, un activo que la próxima temporada debe ser muy necesario. Las ovaciones a Parejo, Gayà y Carlos Soler, en sus sustituciones, fueron también muy indicativas de qué jugadores quiere la afición que estén en el proyecto de la próxima temporada.

Ya con el tiempo cumplido, para disgusto de Jaume, que quería mantener la portería a cero tras ansiar todo el año la titularidad, Osasuna marcó el gol del honor, por mediación de Olavide.